Todas las historias tienen un final. Aquí termina la aventura de nuestro Principito. Si hemos aprendido algo, sus viajes habrán merecido la pena. A lo mejor, quien sabe, volvemos a verlo algún día. Es importante recordarlo, ya que si lo vemos por ahí debemos avisar a nuestro amigo el piloto. Mientras tanto, busquemos una nueva aventura.
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Capítulo 26
Alguien hablaba con el Principito cuando llegó el aviador. Nuestro pequeño amigo estaba un poco triste, pero tras terminar esa conversación se dirigió de nuevo al piloto. Quiso contarle muchas cosas. Para empezar, le informó de que pronto saldría de viaje. Y le dijo que aunque eso parecía ser algo triste, no era tal cosa. Con el tiempo, los dos recordarían su aventura con felicidad.
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Capítulo 25
Ocho días es lo que nuestro aviador tardó en conocer un poco más al Principito. Supo, por ejemplo, que su encuentro no ocurrió por casualidad. Y que el Principito tenía muy buena memoria. También que, aunque no dibujaba muy bien, al Principito le seguían interesando las pinturas que realizaba nuestro piloto.
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Capítulo 24
Ocho días después de su llegada al desierto, allí estaba nuestro aviador. Aún trataba de reparar su máquina, claro. Junto a él, inamovible, estaba el Principito. Su curiosidad era mucha. Casi tanta como los misterios que lo rodeaban.
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Capítulo 23
El comercio es una cosa muy curiosa. La gente intercambia dinero o productos para conseguir otros. Unas veces, a cambio de cosas realmente útiles. Otras, sin embargo, se cambian por cosas de poco o ningún valor. Es sorprendente como la gente gusta de tener muchos objetos de poca utilidad.