El nombre de este libro significa «revelación». Su autor se identifica como Juan, servidor de Jesucristo y hermano de quienes confían en él (1.1-2). Juan declara estar preso en la isla de Patmos y haber escrito lo que Jesucristo mismo le dio a conocer (1.9-10).
Esta «revelación» fue escrita al final del primer siglo de la era cristiana, en tiempos de Domiciano, un emperador romano que persiguió con mucha crueldad a los cristianos de aquellos días. Seguramente debido a la persecución Juan escribió de manera misteriosa. Su lenguaje está lleno de símbolos, que en realidad son una clara acusación contra la maldad del Imperio Romano.
El libro puede dividirse en tres partes (1.1—3.22; 4.1—20.15; 21.1—22.21). Los primeros tres capítulos presentan el mensaje de Jesucristo a las siete iglesias de la provincia romana de Asia (1.11), que es una manera de referirse «a toda la iglesia, donde quiera que se encuentre». La parte central del libro (4.1—20.15) habla del Cordero «que fue sacrificado», y que «merece recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor y la alabanza» (5.12). Los últimos dos capítulos hablan de la creación de un nuevo cielo y una nueva tierra, y de una nueva ciudad de Jerusalén, en donde Dios mismo vivirá con su pueblo (21.3).
Mucho se ha dicho acerca de este libro, y mucho más podría decirse. Sin embargo, el mensaje claro que sobresale en él es que Jesucristo es el Mensaje mismo de Dios (19.13), «que vive, siempre ha vivido, y está por llegar» (1.8), y es también «el rey más poderoso de todo el universo» (19.16). Por eso invita a su iglesia a mantenerse fiel, a pesar de los ataques de los poderes de este mundo, pues al final la victoria será de Cristo y de su iglesia.
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Judas
Tal vez sea esta carta la más dura de todo el Nuevo Testamento, si se toma en cuenta su brevedad. El autor, que se identifica como Judas, «hermano de Santiago» (versículo 1), escribe a los cristianos «para pedirles que luchen y defiendan la enseñanza que Dios ha dado para siempre a su pueblo elegido» (versículo 3). Los problemas que busca corregir no los causaba gente de fuera de la iglesia, sino algunos que se identificaban como cristianos (versículo 4).
Para señalar el problema, el autor compara a esta gente con los habitantes de Sodoma y Gomorra, ciudades conocidas por los grandes pecados que allí se cometieron. Para el autor, no había nadie peor que estos supuestos cristianos (vv. 8-10), a los que llama «nubes sin agua», «árboles que no dan fruto», «gente violenta» y «estrellas perdidas que están condenadas a viajar todo el tiempo en la más terrible oscuridad» (vv. 12-13).
Termina el autor animando a los verdaderos cristianos a seguir confiando en Dios y a ayudarse unos a otros (vv. 20-22).
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III Juan
El tema del amor entre los cristianos, tratado en las dos cartas anteriores (véanse las Introducciones a 1 Juan y 2 Juan), se repite aquí, y una vez más el autor se identifica como el «líder y encargado de la iglesia». La carta va dirigida a un cristiano llamado Gayo, conocido por su buena disposición a recibir en su casa a cristianos de otros lugares (versículo 5). Por otra parte, el autor lamenta que otro cristiano, llamado Diótrefes, no solo no era hospitalario sino que tampoco permitía que otros cristianos lo fueran. Ante esto, el autor dice:
«Amado hermano Gayo, no sigas el ejemplo de los que hacen el mal, sino el ejemplo de los buenos. El que hace lo bueno es parte de la familia de Dios»
(1.11)
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II Juan
El autor de esta carta se identifica como «líder y encargado de la iglesia», y se dirige «a los hermanos que Dios ha elegido» (versículo 1). La iglesia cristiana siempre ha considerado que esta carta es parte de los escritos de Juan, y que iba dirigida a una comunidad cercana a la ciudad de Éfeso.
A pesar de ser muy breve, esta carta repite los mismos temas de la llamada «primera carta de Juan» (véase 1 Juan, Introducción), es decir, cumplir con el mandamiento de amarse siempre «los unos a los otros» (vv. 5-6), y no dejarse engañar por «el Enemigo de Cristo»
(1.7)
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I Juan
Esta carta tiene mucho en común con el evangelio de Juan. Su autor no se identifica, pero la iglesia cristiana siempre la ha considerado como parte de los escritos de Juan. Sus temas son: Dios es luz (1.5), amor (4.8) y verdad (4.6), y nos demuestra su amor a través de Jesucristo, su Hijo (4.9); además, se afirma que amar a Dios y a Jesucristo es amar también a los hermanos (4.11-12), y que creer en Jesucristo es vivir en la luz (1.7) y no pecar ni mentir (2.3-6).
El autor cree firmemente que Jesucristo es la Palabra de vida, la cual existía desde antes de la creación del mundo (1.1-4), pero se muestra preocupado por la aparición de falsos maestros, que no creían que Jesucristo «vino al mundo como verdadero hombre» (4.2). Sin embargo, confía en que los verdaderos cristianos pueden distinguir entre los maestros falsos y los maestros verdaderos, porque «si alguien dice que esto no es cierto, es porque no tiene el Espíritu de Dios» (4.3).
La carta comunica seguridad a los cristianos, y los anima a mantenerse unidos a Jesucristo. Con firmeza declara que «si vivimos unidos al Hijo de Dios tenemos vida eterna» (5.12-13). Esa unión con Cristo debe demostrarse con hechos (3.11,18; 5.3). Claramente afirma el autor:
«Nosotros demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos sus mandamientos»
(5.3)
Bienvenidos a La Audio Biblia Dramatizada NTV, una inmersión profunda en los relatos sagrados que forman la base de nuestra fe. A través de la poderosa narración dramatizada de la Nueva Traducción Viviente, exploraremos los misterios divinos y la revelación progresiva de Dios a lo largo del Antiguo Testamento. Desde la creación del universo hasta la alianza con Abraham, y desde el éxodo de Israel hasta los profetas que anunciaron la venida del Mesías, cada episodio nos invita a contemplar la grandeza de Dios.