Estamos en 1865. El primero de diciembre, a las once menos trece minutos, ni un segundo antes ni después, debe ser lanzado aquel inmenso proyectil… En su interi...
Tras algunos días en que la nubosidad impide las observaciones directas mediante telescopios ópticos, el observatorio de las Montañas Rocosas puede, finalmente, dar cuenta del destino del proyectil tripulado enviado a la Luna.
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Capítulo 27. Tiempo nublado
Entre otros muchos efectos, el descomunal cañonazo del Columbiad ha generado una gran nubosidad que impide a los observadores terrestres comprobar si el proyectil tripulado lleva el rumbo deseado, generando gran ansiedad a todos los observadores terrestres.
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Capítulo 26. Fuego
Con todos los pormenores ultimados, llega el momento de máxima expectación, el día y la hora en que coinciden cénit y perigeo de la Luna, cuando hay que hacer detonar el cañón encargado de enviar el proyectil tripulado hacia nuestro satélite.
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Capítulo 25. Últimos pormenores
Tanto el cañón como el proyectil están listos para ser enviados a la Luna. Pero quedan importantes detalles, como el transporte de una enorme cantidad de material explosivo que debe depositarse con el mayor cuidado en el fondo del Columbiad, y la preparación de todos los enseres y víveres que acompañarán a los viajeros en su expedición y permitirán su supervivencia.
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Capítulo 24. El telescopio de las montañas Rocosas
Para poder comprobar el éxito de una empresa como enviar un proyectil a la Luna, el Gun-Club financió y encargó al observatorio de Cambridge la construcción de un enorme telescopio. Este nuevo reto exigió superar numerosas dificultades, ya que era necesario situarlo en lo alto de una montaña para minimizar el efecto distorsionador de la atmósfera, además de construir unos espejos de colosales dimensiones.
Estamos en 1865. El primero de diciembre, a las once menos trece minutos, ni un segundo antes ni después, debe ser lanzado aquel inmenso proyectil… En su interior viajarán tres originales y pintorescos personajes, los tres primeros hombres que se dirigen a la Luna. Es un proyecto fabuloso que ha despertado el interés del mundo entero. Pero no es tarea fácil tener todo listo para esa fecha… Sin embargo, si esto no se logra, habrá que esperar dieciocho años y once días para que la Luna esté en las mismas condiciones de cercanía de la Tierra. Julio Verne hace participar al lector, en forma vívida, en todos los preparativos para esta aventura realmente apasionante.