Jesús fue claro: para Dios es importante que su pueblo tenga fruto. No se trata solo de asistir a la iglesia, sino de evidenciar una vida transformada: carácter, prosperidad, crecimiento, obediencia y una fe que produce resultados visibles.
Las parábolas revelan que hay quienes oyen, pero no escuchan; quienes empiezan con alegría, pero no echan raíces; quienes reciben la Palabra, pero la ahogan con preocupaciones, deseos y engaños. Y también están los que, con un corazón sano y obediente, producen cosechas de treinta, sesenta y hasta cien por uno.
Dios busca discípulos, no espectadores. Busca raíces, no apariencias. Busca corazones que permanezcan en Jesús, que se dejen podar, corregir y sanar… porque solo así el fruto llega, crece y glorifica al Padre.
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Es cuestión de conciencia - Orlando Reyes
¿Eres realmente consciente de cómo estás viviendo tu fe… o solo estás reaccionando en automático?
La conciencia es ese espacio interior donde evaluamos lo que hacemos, por qué lo hacemos y hacia dónde nos está llevando. Y aunque pocos lo hablan, la Biblia enseña que una conciencia sana puede acercarte más a Dios… y una conciencia confundida puede alejarte de lo que Él tiene para ti.
Muchos actuamos por impulsos, por heridas antiguas, por pensamientos que nunca hemos revisado. Otros sabemos lo que es correcto, pero nuestra conducta no se alinea. Y algunos viven con una conciencia débil, fácilmente influenciada por la opinión, el miedo o la culpa.
Cuando permites que la Palabra renueve tu mente, tu conciencia se aclara, tu comportamiento cambia y tu vida empieza a tomar decisiones que arrebatan el Reino, en el matrimonio, en la familia, en la salvación y en tu caminar diario.
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Tiempos ansiosos - Andrés Fajardo
¿Te has sentido abrumado últimamente? Noticias, problemas familiares, inseguridad, el futuro… pareciera que todo quiere robarnos la paz. Estamos viviendo tiempos ansiosos, y nadie está exento: ni los más fuertes, ni los más espirituales.
La Biblia nos muestra que no somos los primeros en enfrentar días así. Pedro escribió a una iglesia perseguida, rodeada de incertidumbre, y aun así les enseñó cinco claves para caminar con paz: alegrarse aun en la prueba, preparar la mente para actuar, dejar lo malo, no cansarse de hacer el bien y entregar el control total a Dios.
La ansiedad se alimenta de lo que pensamos, pero la paz crece cuando nuestra mente y nuestra voluntad deciden alinearse con la Palabra. Dios no promete que no habrá turbulencia… promete que Él será el capitán.
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Trabajo en equipo - Henry Pabón
¿Con quién estás haciendo equipo?
La Biblia revela que el poder de Dios se manifiesta de forma especial cuando nos unimos: dos pueden hacer huir a diez mil, tres no se vencen fácilmente, y cuando caminamos de acuerdo, el cielo responde. Pero así como la unidad multiplica la fuerza, la división la destruye.
El enemigo sabe esto, por eso siembra pensamientos, argumentos y emociones que dividen, distorsionan la realidad y contaminan nuestras relaciones. La guerra no empieza afuera: empieza en la mente. Y solo cuando trabajamos en equipo con el Espíritu Santo —identificando voces, derribando argumentos y alineando nuestros pensamientos a Cristo— podemos romper ciclos de contienda, orgullo y engaño.
La verdadera fuerza nace cuando Dios y tú se convierten en un equipo.
Él pone el poder; tú pones la voluntad.
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Lo que el diablo no quiere que sepas - Andrés Corson
¿Y si lo que te ha mantenido atado no es falta de fe… sino mentiras que decidiste creer?
Muchos cristianos viven oprimidos, confundidos o estancados porque el enemigo ha logrado convencerlos de que los demonios no existen, que un creyente no puede ser influenciado o que no necesitan liberación.
Jesús nos dejó una autoridad real: echar fuera demonios, orar con poder y vivir en libertad. Pero esa libertad se pierde cuando abrimos puertas —con el pecado, el ocultismo, la amargura o la falta de perdón— y luego creemos que nada pasa.
La verdad es simple: hay batallas que no se ganan con excusas, sino con confrontación espiritual.
Dios ya hizo su parte… ahora te toca cerrar puertas, renunciar a lo que te ata y pelear con la autoridad que Él te dio.