Jesús no solo tuvo discípulos hombres; también fue seguido por mujeres valientes, generosas y transformadas. Mujeres como María Magdalena y Juana, que fueron sanadas, liberadas y luego se convirtieron en testigos, sostenedoras y portadoras del mensaje más grande: la resurrección. Dios sigue usando mujeres para predicar, profetizar, enseñar y discipular, no para competir, sino para complementar su obra con gracia, poder y amor.
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36:12
El arte de amar - Rey Matos
Amar no siempre es fácil, pero es el mandamiento más claro de Jesús. El amor que Él nos enseñó no se basa en emociones, se basa en obediencia, en rendición y en madurez. Amar es aprender a callar, a perdonar, a rendirse en lo privado y a ser consistente en lo cotidiano. No se trata solo de sentir, sino de suplir lo que el otro necesita, incluso cuando no nos nace. Porque el verdadero arte de amar se revela cuando elegimos glorificar a Dios en medio del dolor, la tentación y la contradicción.
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42:45
Tiempo de amar - Henry Pabón
En un mundo donde el amor se enfría y las relaciones se rompen, Dios nos llama a lo contrario: a amar como Él ama. Este es un tiempo para sanar el corazón, para rendir el orgullo, para ver a los demás con los ojos del Padre. No es momento de juzgar ni retener… es tiempo de dar, de consolar, de adorar y de perseverar en el amor, aunque todo lo demás se esté derrumbando.
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36:33
La travesía del héroe - Natalia & Daniel Corson
Dios quiere convertirte en un héroe de su Reino, pero toda travesía comienza con un llamado. Como Moisés o Gedeón, puedes sentirte incapaz, indigno o sin fuerzas, pero si dices “sí”, Él te capacita, te acompaña y te transforma. No necesitas ser perfecto, solo obediente. No construyas tu propio reino… responde al llamado y deja que Dios escriba la historia.
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33:01
Súbele a la música y bájale al drama - Rocío Corson
A veces el dolor, la queja y la frustración nos consumen… hasta que Dios nos dice: ríndelo todo y da gracias. Porque en medio del desierto, Él sigue siendo fuego de noche y nube de día. Hay milagros escondidos en la rutina, canciones que espantan las sombras, y un Dios que no ha dejado de cuidarte. Tal vez no ha sanado como esperabas, pero te está sosteniendo como jamás imaginaste.