Powered by RND
Escucha Voces en On | HAKUNA en la aplicación
Escucha Voces en On | HAKUNA en la aplicación
(898)(249 730)
Favoritos
Despertador
Sleep timer

Voces en On | HAKUNA

Podcast Voces en On | HAKUNA
behakuna
El Evangelio, día a día, desde dentro. Una breve reflexión que nos adentra en el corazón de Cristo. Léelas y escúchalas cada mañana ¡Sólo necesitas unos m...

Episodios disponibles

5 de 698
  • Martes, 7 de agosto de 2024
    Mc 9, 2-10: Este es mi Hijo, el amado. En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elias y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elias». No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos. ------------------ Bajamos casi que con prisa. Los oídos están atentos, los sentidos alerta. Me acerco a mi hermano. Respira como yo, entrecortadamente. Me sudan las manos. Miro de reojo a Pedro, que sigue a Jesús pero se queda a unos dos pasos por detrás, titubeante. Cae la tarde y ninguno de nosotros se atreve a decir una palabra. ¡¿Qué ha pasado?! Aun no entiendo nada. Necesitaría 3 meses más para procesar. Cae la noche y nos unimos al resto, que nos han esperado para cenar. Nos instan a compartir qué ha pasado hoy, pero ninguno habla. Jesús disipa los comentarios y empieza con una lección. Miro a Juan. Cuando los demás comienzan a marcharse a dormir, nos reunimos. Pedro también se suma. Compartimos el asombro, la maravilla. Ver a Moisés, ¡Elías en carne y hueso! Casi nos reímos recreándonos en lo que han visto nuestros ojos: ¡inimaginable! La sombra que lo cubrió; la túnica de Jesús, ¡el rostro de Jesús! Resplandecía más que solo. Más que el blanco más blanco que pudiéramos imaginar. La terrible voz. Cómo nuestros corazones se encogieron. Como Pedro quiso salir al paso, ¡aún no entendía como consiguió articular palabra! El miedo que sentimos. Las palabras de Jesús. ¿Por qué no querría que lo contásemos? ¿Qué más duda cabría al pueblo de Israel? Lo que hemos visto, ¿cómo nos contendremos cuando nos vuelvan a preguntar? ¿Y qué querría decir? Aquello de resucitar de entre los muertos, ¿qué sentido tendría? No le veíamos ninguno. ¿Veríamos algo así de nuevo? ¿Quién podría acabar con nuestro Maestro?
    --------  
    4:56
  • Lunes, 5 de agosto de 2024
    Mt (14, 13-21) • Dadles vosotros de comer En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. ¿No os habéis enterado? Herodes ha matado a Juan, ¡el que bautizaba en el Jordán! Cuánto mal hay en el mundo, siempre acabamos matando de alguna manera a los que nos dicen la verdad. Algunos dicen que su primo es un profeta todavía mayor, ¡algunos incluso que es el Mesías! Debe de haber llegado el momento, las cosas no pueden ir a peor… Tenemos que estar con él, cueste lo que cueste. Nosotros hemos venido con la familia, toda la noche caminando y le vimos desembarcar justo antes de que empezara este calor. Ahora estamos esperando. ¡Supongo que nos dirá algo! Solo con que bendiga a mi mujer o le de un abrazo, todo irá bien. Mira, ahí vienen Andrés y Bartolomé. Ellos nos explicarán qué está pasando, lo conocen bien. Mi hijo, el mayor, es quien me ha hablado de ellos, ha estado unos días con Andrés, el pescador. Si estamos aquí es por todo lo que nos ha contado al volver. Seguro que ellos tienen respuestas. ¡Mira!, traen un cesto lleno.
    --------  
    4:00
  • Domingo, 4 de agosto de 2024
    Jn 6, 24-35• El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios». Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?». Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado». Le replicaron: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”». Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás». ----------------- Llevo unas semanas siguiendo los pasos del Maestro de Nazaret. Me preguntas que qué es lo que hacemos con Él: pues, el plan es muy sencillo. Caminamos mucho, desde que sale el sol hasta que se pone. Y, ¿a dónde vamos? A veces el Maestro acude a algún pueblo para socorrer a algún enfermo grave, o se detiene a predicar a las gentes cuando se lo pedimos. Sencillamente, sigue la Vida tal y como le viene, y la abraza con toda el alma. De verdad, ¡es tan sencillo lo que hace! No tiene un «plan» concreto… O bueno, creo que en el fondo sí tiene un plan. No es como si llevara un rumbo exacto, pero Él sabe de Dónde viene y hacia Quién va. Sabe muy bien por qué está aquí, con nosotros. Sabe Quién le envía. A ver: lo que te voy a decir ahora quizás te parezca una locura, pero, ¡es Él! Quiero decir, ¡Jesús de Nazaret es el Enviado por Yahvé! ¡El Salvador! ¡El Mesías! Lo que te digo es cierto, ¡yo lo sé! Sé muy pocas cosas en esta vida, pero sé que Él es quien dice ser. Y no es como creíamos; es mucho mejor. Estar con Él es más maravilloso que recibir el maná del cielo. Estar con Él es como beber de un manantial de agua pura. Estar con Él es como el pan recién horneado después de una jornada de trabajo sin pausa. Nos lo aseguró con estas palabras, nos dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás». Pero no nos pidió nada más. Solo quería que fuésemos con Él y que creyésemos en Él. Para Él, eso lo es todo. ¡Es tan sencillo! Él solo quiere que vayamos con Él, que le sigamos, que le queramos. Él quiere ser nuestro alimento. Quiere nutrirnos, querernos, hablarnos todo el día de la Promesa de Amor sellada por Yahvé. Él es el sello de la Alianza de Dios con Israel. Te lo aseguro: no hay mayor verdad en mi corazón que decirte que Él es el Pan del Cielo. Ven conmigo y cree lo que te digo: gracias a Él, ya nunca más tendremos hambre ni sed.
    --------  
    4:10
  • Sábado, 3 de agosto de 2024
    Mt 14, 1-12 • Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús. En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos: «Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran, y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús. ------------------------------- Te veo a lo lejos y sé que algo está pasando. Veo en tus ojos un dolor muy grande, como si hubieras perdido algo muy importante. Has estado más callado hoy. ¿Qué pasa, Jesús? ¿Qué pasa en tu corazón? Me da miedo preguntarte. Llegó la tarde y entendí. Asesinaron a Juan. ¡a nuestro Juan! Fue él quien me trajo a Ti, quien me dijo que te siguiera. ¡Me siento tan impotente y desconsolado! ¡Se me parte el corazón! Te veo y quiero preguntarte cómo estás. Pero… eres Tú, Jesús, quien me pregunta cómo estoy. ¡Eres tan bueno! Perdiste a tu primo, con quien creciste, a tu amigo. Y estás consolándome a mí. No, no. Yo debería estar consolándote a Ti, pero no paro de llorar. Me abrazas, me miras a los ojos. Me inunda la paz como con una suave brisa. Me dices que tenga paz. Gracias, Jesús, por este consuelo que me has dado. Ojalá pudiera ser más como Tú, aprender a sufrir, a llevar el dolor, siempre mirando hacia quien está sufriendo. Abrazar, mirarlos a los ojos. Que sientan paz, se sepan amados, comprendidos. ¡Qué regalo este dolor!
    --------  
    3:47
  • Viernes, 2 de agosto de 2024
    Mt 13, 54-58 • ¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?». Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe. ------------------- Escuchadle. Miradlo. ¿no era este con quien íbamos de pequeños a la sinagoga? ¿El que no salía a jugar por las tardes porque se quedaba ayudando a su padre en el taller? El que corría tan rápido, pero no jugaba tan bien a la pelota. El que le ayudaron a quitarse un diente de leche que no caía. El que se le olvidaba ponerse los zapatos al volver a casa. Y el que su madre le tenía que llamar para entrar a cenar. El que a los 12 años se perdió tres días. Y que había días en los que se iba muy temprano y nadie sabía de Él. El que le encantaba el vino, y se sentaba siempre en la mesa junto a la ventana. El amigo de quien contaba esos chistes tan buenos, y siempre reía con la boca bien abierta. El que se acercaba a charlas con los enfermos durante horas. El que repartía con su madre comida a las viudas antes del shabbat. El que enterró a su Padre con los ojos llenos de lágrimas. ¿Éste? ¿Este será el Hijo de Dios como dice? ¡Si al le vi cuando ni leer sabía! Le vi tropezar y con heridas en las rodillas. Un Dios que se tropieza, que es de carne y no hace todo bien a la primera. Que pudiendo vivir en un palacio, si es que es Dios, va con su viuda madre durmiendo donde le dejan. Que acampa con muertos de hambre. ¡No tiene ni pies ni cabeza! De niño era muy niño, y ahora dice ser más que un profeta. Fuera lo tendrán por héroe, pero aquí sabemos de qué pie cojea. Mira como en su casa no hace milagros. Ya sabía yo que no triunfaría en su tierra. Y ya se marcha, ¡ya tocaba! Que tenga más suerte fuera. [….] Aunque... ¿qué es eso que abandona a mi corazón, cuando lo veo alejarse por la ladera?
    --------  
    3:09

Más podcasts de Religión y espiritualidad

Acerca de Voces en On | HAKUNA

El Evangelio, día a día, desde dentro. Una breve reflexión que nos adentra en el corazón de Cristo. Léelas y escúchalas cada mañana ¡Sólo necesitas unos minutos!
Sitio web del podcast

Escucha Voces en On | HAKUNA, La Hora del Té y muchos más podcasts de todo el mundo con la aplicación de radio.net

Descarga la app gratuita: radio.net

  • Añadir radios y podcasts a favoritos
  • Transmisión por Wi-Fi y Bluetooth
  • Carplay & Android Auto compatible
  • Muchas otras funciones de la app
Aplicaciones
Redes sociales
v7.12.0 | © 2007-2025 radio.de GmbH
Generated: 3/26/2025 - 12:40:28 PM