Domingo, 4 de agosto de 2024
Jn 6, 24-35• El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Le replicaron: «¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
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Llevo unas semanas siguiendo los pasos del Maestro de Nazaret.
Me preguntas que qué es lo que hacemos con Él: pues, el plan es muy sencillo. Caminamos mucho, desde que sale el sol hasta que se pone.
Y, ¿a dónde vamos? A veces el Maestro acude a algún pueblo para socorrer a algún enfermo grave, o se detiene a predicar a las gentes cuando se lo pedimos. Sencillamente, sigue la Vida tal y como le viene, y la abraza con toda el alma. De verdad, ¡es tan sencillo lo que hace! No tiene un «plan» concreto…
O bueno, creo que en el fondo sí tiene un plan. No es como si llevara un rumbo exacto, pero Él sabe de Dónde viene y hacia Quién va. Sabe muy bien por qué está aquí, con nosotros. Sabe Quién le envía.
A ver: lo que te voy a decir ahora quizás te parezca una locura, pero, ¡es Él! Quiero decir, ¡Jesús de Nazaret es el Enviado por Yahvé! ¡El Salvador! ¡El Mesías! Lo que te digo es cierto, ¡yo lo sé! Sé muy pocas cosas en esta vida, pero sé que Él es quien dice ser.
Y no es como creíamos; es mucho mejor. Estar con Él es más maravilloso que recibir el maná del cielo. Estar con Él es como beber de un manantial de agua pura. Estar con Él es como el pan recién horneado después de una jornada de trabajo sin pausa.
Nos lo aseguró con estas palabras, nos dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás». Pero no nos pidió nada más. Solo quería que fuésemos con Él y que creyésemos en Él. Para Él, eso lo es todo. ¡Es tan sencillo!
Él solo quiere que vayamos con Él, que le sigamos, que le queramos.
Él quiere ser nuestro alimento.
Quiere nutrirnos, querernos, hablarnos todo el día de la Promesa de Amor sellada por Yahvé.
Él es el sello de la Alianza de Dios con Israel.
Te lo aseguro: no hay mayor verdad en mi corazón que decirte que Él es el Pan del Cielo.
Ven conmigo y cree lo que te digo: gracias a Él, ya nunca más tendremos hambre ni sed.