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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

Juan David Betancur Fernandez
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Último episodio

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5 de 670
  • 651. El hombre mosquito (Bolivia)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] muchos años, en un pequeño y tranquilo pueblo, vivía un hombre llamado Juan. Juan era conocido por ser amable y trabajador, y estaba casado con una mujer llamada María, quien era muy querida por todos en el pueblo. Sin embargo, Juan tenía un secreto oscuro que nadie conocía: cada noche, cuando el sol se ocultaba y la luna brillaba en el cielo, Juan se transformaba en un mosquito.Durante el día, Juan llevaba una vida normal, trabajando en los campos y compartiendo momentos felices con María. Pero cuando la noche caía, su cuerpo cambiaba y se convertía en un pequeño insecto con alas, atraído irresistiblemente por la sangre. Cada noche, Juan volaba hacia su esposa y, sin poder contenerse, la picaba para alimentarse de su sangre.María, sin saber lo que ocurría, despertaba cada mañana con ronchas dolorosas en su piel. Al principio, pensó que eran simples picaduras de insectos, pero con el tiempo, comenzó a sentirse cada vez más débil. Su salud se deterioraba rápidamente; había perdido mucho peso, su piel se había vuelto amarilla y sus fuerzas la abandonaban. A pesar de su estado, Juan continuaba picándola cada noche, incapaz de resistir la tentación.Finalmente, María cayó gravemente enferma. Su fiebre era alta y no mejoraba con los remedios tradicionales. Los días pasaban y su condición empeoraba, hasta que un fatídico día, María murió. Juan estaba devastado por la pérdida de su amada esposa, y el pueblo entero se sumió en la tristeza. Nadie entendía la causa de su muerte, así que los aldeanos decidieron investigar.Con el tiempo, Juan comenzó a ponerse cada vez más nervioso. La gente del pueblo notó su comportamiento extraño y empezó a sospechar de él, especialmente cuando otros habitantes comenzaron a despertar con ronchas similares a las de María. Desesperados por encontrar respuestas, los aldeanos acudieron a un brujo conocido por sus conocimientos sobre lo sobrenatural.En el pequeño pueblo, el brujo era conocido por sus vastos conocimientos sobre lo sobrenatural y lo oculto. Vivía en una cabaña apartada, rodeada de hierbas medicinales y objetos místicos que utilizaba en sus rituales.El brujo había heredado sus habilidades de sus ancestros, quienes también habían sido curanderos y sabios. Desde joven, había mostrado un talento especial para comunicarse con los espíritus y entender los secretos de la naturaleza. La gente del pueblo acudía a él en busca de ayuda para curar enfermedades, resolver problemas y protegerse de las fuerzas malignas. El brujo, tras escuchar las preocupaciones de la gente, realizó un ritual para descubrir la verdad. Les dijo que la causa de las ronchas y enfermedades era un insecto pequeño, molesto, con alas, que se alimentaba de sangre. Finalmente, reveló que el insecto era Juan, el hombre que había matado a su esposa. El brujo no solo reveló la identidad del culpable, sino que también les dio la solución para acabar con él. Sabía que Juan, en su forma de mosquito, no podía ser derrotado por medios convencionales. Después de que el brujo revelara la verdad sobre Juan, los aldeanos se sintieron traicionados y llenos de ira. Decidieron que debían capturar a Juan y hacer justicia por la muerte de María y las enfermedades que estaban sufriendo. Se organizaron en grupos y comenzaron a buscarlo por todo el pueblo y sus alrededores.Juan, consciente de que su secreto había sido descubierto, intentó esconderse. Pasó la noche en un lugar apartado, esperando que la furia de los aldeanos se calmara. Sin embargo, al día siguiente, Juan decidió regresar al pueblo, pensando que podría explicar su situación y pedir perdón.Cuando los aldeanos vieron a Juan, lo
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  • 650. La mosca en la copa (infantil Japón)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] una vez en En el Japón feudal hace muchos cientos de anos un señor feudal llamado Hansaemón. Hanasemon era un daimyo, un noble guerrero que  de acuerdo a su noble estirpe gobernaba sobre vastas tierras y tenía numerosos vasallos. Su castillo, construido en lo alto de una colina, estaba rodeado de jardines zen y bosques de bambú, reflejando la belleza y serenidad de la naturaleza japonesa. El castillo, con sus torres y muros de piedra, era un símbolo de poder y protección y todos en las tierras alrededor lo veneraban. Una noche, durante el festival de la cosecha, el señor Hansaemón organizó un gran banquete en el salón principal de su castillo. Las paredes del salón estaban decoradas con biombos pintados con escenas de la vida samurái y la naturaleza. Los invitados, vestidos con elegantes kimonos de seda, disfrutaban de una variedad de platos tradicionales  acompañados de sake servido en delicadas copas de porcelana.El sake, un símbolo de hospitalidad y refinamiento, era preparado con arroz cultivado en los campos del daimyo y fermentado siguiendo técnicas ancestrales. A todos los invitados las copas llenas de sake les ofrecia el mayor de los placeres ya que pronto sentían un alivio de sus preocupaciones diarias.  Mientras el señor Hansaemón bebía su sake con gran entusiasmo, pasaba por allí una mosca, que atraída por el aroma dulce del vino de arroz, se dejo caer dentro de la copa de aquel señor feudal . Sin darse cuenta  el señor Hansaemón acercó sus labios a la copa y con un movimiento rapido bebio su sake y se tragó la mosca junto con el sake.Hansaemon sintió un poco raro su trago pero estando ya de por si un poco borraco no le presto atención pero Pronto, comenzó a sentir una incomodidad en su estómago, pues la mosca revoloteaba y zumbaba, causando gran molestia.  Preocupado, el señor Hansaemón llamó a su médico personal, un sabio conocido por sus conocimientos en el arte de curar, que vivía en un templo cercano. El médico, vestido con su kimono de seda y portando un abanico de papel se acercó a el Señor Hansaemon y colocando un tubo de bambu sobre la barriga de su paciente escucho atentamente el revolotear de la mosca en el estomago del Señor Hansaemon. Luego con toda ceremonia dijo. Su señoria he de informarle que hay una mosca en su interior. Una mosca. Protesto Hansaemon… como es posible yo no entiendo como llego allí, Pero digame como voy a ser para deshacerme de ella. Me causa mucha molestia. El Medico lentamente le dijo. —El mejor remedio para su problema es tragarse una rana viva. La rana se comerá a la mosca.Una Rana ….. Seguro que eso solucionara mi problema. Si dijo el Medico. Es conocido el apetito que tienen las ranas por las moscas. Sin duda rápidamente la rana se comera la mosca. El señor Hansaemón ordenó a sus samuráis que cazaran una rana fuerte y sana en el jardín del castillo. Los jardines del castillo, diseñados siguiendo principios zen, eran hogar de diversas criaturas, incluyendo ranas que croaban en los estanques de agua. Con una bella rana verde aparecieron los samuráis después de algunos minutos y se la presentaron a su señor. Hansaemon la miro con mucho desprecio pero siguiendo el consejo de su medio les pidió que la pusieran en su boca para así tragársela.  Con gran dificultad como se pueden imaginar, el señor Hansaemón logró tragarse la rana.  Y Tal como había dicho el médico, cuando la rana llego al estomago vio la mosca revoloteando y abriendo  su boca de rana saco una larga lengua que atrapo a la mosca y se la comio en un santiamén.. Pero ahora el señor Hansaemon tenía otro problema. En su estomago tenía una rana que como sabemos
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  • 649. El arbol de Cassandra (Leyenda Gran Canaria)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez una jovencita de 15 años de edad que vivía en la isla de gran canaria. La joven de gran belleza era pretendida por cuanto varón había en la isla, pero el corazón de la joven pertenecia a otro joven de la misma edad llamado Ivan. Todos conocían la idílica relación entre los jóvenes y sabían que ambos solían tomar largos paseos hasta un árbol frondoso que por su edad se presentaba fuerte y vigoroso y que era posiblemente el más viejo de toda la isla. in embargo, los tiempos no eran favorables para los amores adolescentes. Por aquellas épocas en España se vivía una sociedad estricta y conservadora, y las relaciones entre jóvenes eran vistas con desconfianza. La prudencia debía ser su guía, pero todos sabemos que el primer amor es a menudo imprudente y descuidado. Pero como dice el dicho, pueblo chico infierno grande, Los rumores comenzaron a circular, alimentados por la envidia y los prejuicios de los vecinos. Y pronto se supo en toda la isla que los dos jóvenes tenían un romance. La familia de Casandra pronto se vio señalada y criticada por permitir una relación que muchos consideraban insana y antinatural.A pesar de las dificultades, Casandra e Iván continuaron viéndose en secreto. Su amor era fuerte y apasionado, y no podían imaginar la vida sin el otro. Paso el tiempo y ambos muchachos solían escaparse de sus padres y de la mirada de los vecinos para encontrarse futrivamente debajo de aquel gigantesco pino que sobresalía sobre las montanas de el municipio de Tejeda y cerca a el juncal. Allí en aquel hermoso paraje desde donde se veía las aguas de la represa de las niñas a sus pies, los jóvenes se juraron amor eterno como suelen hacerlo los enamorados. Pronto casandra comprendió que había quedado embarazado y pese a los prejuicios de la población y la tristeza de sus padres decidieron que tendrían el hijo o hija a toda costa. Así valientemente continuaron con el embarazo hasta que unos meses más tarde y Fruto de su relación nacieron dos mellizos, un niño y una niña.  Y pese La llegada de los bebés debería haber sido un momento de alegría para la pareja, se dice que para Casandra, fue el inicio de una crisis emocional muy profunda y que debido a esto Cassandra  comenzó a dudar del amor de Iván, temiendo que él la abandonara cuando ella envejeciera y perdiera su belleza.  Así que en su desespero decidio invocar al y pedirle que  que impidiera que Ivan le llegara a abandonar en el futuro. Era una noche oscura y tormentosa, con el cielo cubierto de nubes negras que amenazaban con desatar una lluvia torrencial. El viento soplaba con fuerza, haciendo que las ramas del árbol donde había conocido el amor se agitaran violentamente. Casandra, con el corazón lleno de desesperación, se dirigió al árbol.  El lugar estaba envuelto en una atmósfera inquietante, con sombras que parecían moverse por sí solas y el sonido del trueno resonando en la distancia.Casandra llevaba consigo una pequeña bolsa de cuero, en la que guardaba los elementos necesarios para el ritual con el cual invocaría la presencia del diablo. . Con manos temblorosas, sacó una vela negra, un cuchillo de plata y un pequeño frasco de sangre. Colocó la vela en el suelo, justo al pie del árbol, y la encendió. La llama parpadeaba en la oscuridad, proyectando sombras siniestras en el tronco del árbol. Con el cuchillo, Casandra trazó un círculo alrededor de la vela, murmurando palabras antiguas y olvidadas.El aire se volvió más frío y pesado, y una presencia oscura comenzó a manifestarse. El Diablo, astuto y sibilino, apareció ante ella en una forma que solo ella podía ver. Su figura era imponente y aterradora, con ojos que brillaba
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    8:45
  • 648. Las ovejas del pastor (infantil)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez un pastor que vivía en una pequeña aldea en lo que hoy es el pais vaco en España Su hogar estaba rodeada de colinas verdes y prados floridos  En el pueblo reconocían Este pastor por su dedicación y amor hacia su rebaño de ovejas. Cada oveja tenía un nombre especial que él mismo les había dado, y conocía sus personalidades y peculiaridades. Había una oveja llamada Blanca, que siempre era la primera en seguirlo, y otra llamada Luna, que tenía una mancha en forma de media luna en su lana. También estaba Estrella, que siempre se quedaba atrás, observando el cielo, y Nube, cuya lana era tan blanca y esponjosa que parecía una nube en el cielo.Cada mañana, el pastor se levantaba al amanecer y, con la ayuda de su fiel perro pastor, abría el redil para llevar a las ovejas a pastar. Caminaban juntos por senderos cubiertos de rocío, mientras el sol comenzaba a asomarse por el horizonte. El pastor siempre se aseguraba de que sus ovejas encontraran los mejores pastos y bebieran agua fresca de los arroyos que serpenteaban por los prados. Les hablaba con cariño, les cantaba canciones y les contaba historias mientras pastaban.Un día, sin embargo, el pastor no apareció. Las ovejas esperaron pacientemente, pero en lugar de su querido cuidador, un viejo huraño con el ceño fruncido y una actitud distante llegó para llevarlas a pastar. Este hombre no conocía los nombres de las ovejas ni les prestaba la misma atención. Las ovejas se sintieron inquietas y desorientadas, extrañando el cariño y la calidez de su pastor. El viejo huraño las llevaba a pastos menos verdes y no se preocupaba por su bienestar.El perro pastor, que también echaba de menos a su amo, se acercó a las ovejas y les explicó con tristeza: "El pastor está muy enfermo. El doctor cree que no vivirá mucho." Las ovejas, al escuchar esto, se llenaron de preocupación y tristeza. Blanca, Luna, Estrella y Nube se miraron entre sí, sabiendo que debían hacer algo para ayudar a su querido pastor.Esa noche, cuando el nuevo pastor hubo regresado a su casa, las ovejas decidieron hacer algo. Con la ayuda de el perro pastor que siempre las vigilaba, salieron de su corral sigilosamente y se dirigieron en silencio a la casa del pastor enfermo, que estaba situada al borde del pueblo, rodeada de árboles frondosos. Se reunieron bajo su ventana y, con un sentimiento profundo de amor y lealtad, empezaron a balar suavemente. Sus balidos eran como una melodía triste pero llena de esperanza. Blanca lideraba el grupo, mientras Luna, Estrella y Nube se unían a ella en un coro de balidos.El pastor, acostado en su cama, escuchó los balidos de sus queridas ovejas. Aunque estaba débil y febril, comprendió cuánto lo querían y cuánto lo echarían de menos si él muriera. Este gesto de cariño le dio fuerzas y esperanza. Con lágrimas en los ojos, el pastor sintió una renovada determinación de luchar contra su enfermedad. Recordó los días felices en los prados, las historias que les contaba a las ovejas y los momentos de paz que compartían.A partir de esa noche, el pastor comenzó a mejorar poco a poco. Cada día se sentía un poco más fuerte, motivado por el amor de sus ovejas. Su recuperación fue lenta pero constante, y cada mañana, al escuchar los balidos de sus ovejas desde su ventana, sentía que su salud mejoraba un poco más. El perro pastor también estaba siempre a su lado, vigilando y cuidando de él.Después de unas semanas, finalmente pudo levantarse de la cama. Con la ayuda de su perro pastor, salió al aire libre y respiró profundamente el aire fresco de la mañana. Con una sonrisa en el rostro y una nueva energía, volvió a salir con sus ovejas a los prados. Las ovejas, felic
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  • 647. El origen del Oro. (Leyenda Pacífico Colombia)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez en los principios de los tiempos en un mundo del pacifico de Colombia un grupo de habitantes  que vivían entre la selva de el abundante vegetación. La tribu tenía que ocultarse bajo la sombra de los grandes arboles porque en ese tiempo el sol era gigantesco. El sol que permanecía constantemente en el cielo y su luz era tan brillante que no dejaba ver nada una vez se salía de la pequeña sombra que producía la vegetación.  Además el calor era insoportable lo que hacia más duro el salir a trabajar o pescar o hacer cualquier actividad humana. En aquella tribu había un hombre llamado Oro que desde pequeño se había destacado por su valentía desde muy joven. El joven dijo un día. Yo voy a tomar mi honda y me dirigiré a lo más alto de las montanas que veo en el horizonte y desde allí empezare a arrojar piedras al sol. Debemos castigarlo para que no moleste más a nuestra tribu. Así que oro salió presuroso por entre la selva y cruzando ríos y quebradas llego al borde mismo de aquella cordillera que veía a lo lejos, La cordillera occidental de los andes. Con dificultad ya que era hombre de selva comenzó a escalar las altas montanas hasta que llego a la más alta y allí comenzó a recoger cuanta piedra veía a su alrededor. El sol por su parte ignorante de la presencia de oro seguía iluminando la tierra con su gigantesca bola de fuego y calor.  Oro Tomo pues la primera piedra y con su destreza cargo su honda para luego con todas sus fuerzas enviar aquella piedra contra el sol. Vico pus oro como su piedra volaba hasta las alturas y allí vio como el sol recibía el golpe. De pronto desde el sol vio que unas pocas chispas de color cayeron en las montanas   Oro recogió otra guijarro y de nuevo repitió el proceso. Una vez más la piedra golpeo el gigantesco disco amarillo y de nuevo algunas pedazos del sol cayeron esta vez en el medio de la selva. Y siguió Oro lanzando piedras al sol y cada vez caían más y más pequeños pedazos de sol a la selva, las montanas y las quebradas y ríos de la región.  Oro noto que con cada uno de los golpes el sol iba perdiendo tamaño y que el calor iba disminuyendo lentamente. Una vez lanzo una piedra tan grande que golpeo tan fuerte al sol que una bola grande se desprendió y quedo flotando también en el cielo. Era la luna. Así que a medida que oro golpeaba con las piedras de su honda el sol iba reduciendo su tamaño y algunos de sus pedazos caían a la tierra y otros se quedaban flotando en el cielo como estrellas. Cuando ya aquel sol quedo reducido a la dimensión actual, oro sintió que la temperatura ya había bajado para permitirle salir, caminar y trabajar sin el agobiante calor que antes experimentaba. Bajo pues Oro a su pueblo al lado de el gran rio Atrato y allí estaban todos sus habitantes esperándolo. En sus manos tenían una piedras brillantes de color sol que habían caído y se habían enterrado en la selva y que habían caído en los ríos y eran arrastrados hasta la orilla. Estas piedras eran bellas y lo suficientemente maleables para hacer pequeñas figuras. Todos recibieron a Oro con gran algarabía y le pusieron a Oro una corona hecha de estas piedra y las llamaron las piedras de oro. En honor a su joven héroe que les había librado de la incandescente presencia de un sol tan grande que no les permitía salir de la selva. Se dice que por esta razón la selva, los ríos y las montanas del pacifico de Colombia tiene tanto oro disponible y fácil de recuperar.             
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    5:44

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Acerca de Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

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