634. El principe abandonado
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur
[email protected]ía una vez un rey que había crecido soberbio y arrogante. Un día salió a cabalgar con su hijo y los dioses decidieron castigarlo. En un recodo del camino su hijo se adentro en un bosque y el rey no lo volvió a ver. El destino, cruel e implacable, le arrancó al pequeño en tierras lejanas, y con el peso de su deber sobre los hombros y llorando de amargura , el monarca no tuvo más remedio que seguir su camino.Antes de partir, Le pidió a una anciana campesina que vigilara el bosque y cuando su hijo apareciera le entregara una caja con una nota adentro. , entregándole una caja sellada con un mandato solemne: Cuida a mi hijo y algún día volvere por el y si no vuelvo entregale esta caja y con ella me podrá encontrar. “Pero los años pasaron… y el rey nunca volvió.El niño creció sin conocer su origen, sin el amor de un padre ni el calor de un hogar real. Su único anhelo era encontrar al hombre que lo había abandonado sin una explicación. Un día, con la determinación de quien ha vivido en la sombra demasiado tiempo, se presentó ante la anciana saliendo del bosque y le pregunto si alguien lo había buscado. La anciana, con los ojos empañados por el peso del tiempo, le entregó la caja y le contó lo que le había dicho el rey. —Tu padre dejó esto para ti. Pero te advierto… sin ella, jamás lo hallarás.El joven emprendió su viaje con el corazón lleno de esperanza, pero la vida pronto le mostraría su lado más despiadado. No tardó en ser golpeado por el hambre, el cansancio y la sed. El calor abrasador del llano lo consumía cuando encontró a un hombre con un cántaro de agua.—Por favor… un sorbo… —rogó el joven con la voz quebrada.El hombre lo miró con frialdad. —Agua… solo a cambio de lo que llevas en esa caja.El príncipe titubeó. Aquella caja era su única conexión con su pasado… pero su cuerpo no resistiría mucho más. Con el alma hecha pedazos, la entregó. Sintió que se arrancaba a sí mismo de su destino.El hombre, en su codicia, corrió al palacio y, mostrando la caja como si fuera un trofeo, proclamó ser el hijo perdido del rey. La desesperación del monarca lo cegó y, sin sospechar, lo acogió como su legítimo heredero.Mientras tanto, el verdadero príncipe vagaba sin rumbo, derrotado y solo. Hasta que, en un pozo, encontró una última oportunidad: un mono que, con ojos llenos de inteligencia, le ofreció un pacto. —Si me das agua, cuando lo necesites, yo te ayudaré.El joven, con el poco aliento que le quedaba, ofreció su última muestra de bondad, con mucho esfuerzo retiro punados de agua del pozo y se lo daba al mono. . Y el mono, agradecido, le dejó un cabello con un mensaje enigmático: "Llámame cuando lo necesites."Los días se volvieron semanas, y el príncipe llegó a la ciudad, sin nombre, sin pasado, sin futuro. Encontró trabajo como vendedor de hortalizas y pasó cada día frente al palacio, observando desde la distancia la vida que le fue arrebatada. Las princesas, al verlo, sintieron un escalofrío en sus almas. Había algo en sus ojos… algo familiar.Cuando finalmente entró al palacio como jardinero, el impostor sintió el miedo reptar en su pecho. Temblaba de ira y de inseguridad. Debía eliminarlo.—Padre —susurró con veneno—, el jardinero dice que puede domar la mula salvaje que nadie ha montado jamás.El rey, ansioso de espectáculo, lo llamó de inmediato. —Si no lo logras, morirás —sentenció con voz implacable.El joven, sin esperanza, invocó al mono. Y el fiel amigo respondió. Con su ayuda, no solo dominó a la bestia, sino que la cabalgó hasta el palco real, arrancando vítores del pueblo.El impostor apretó los di