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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

Juan David Betancur Fernandez
Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
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  • 715. Los eruditos
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] una vez en una ciudad en medio de la india un congreso sobre la menta El congreso sobre la mente era el evento más esperado del año. Filósofos, psicólogos y neurocientíficos de todas partes del mundo se habían citado en esa  ciudad legendaria, famosa por sus bibliotecas y jardines secretos. Uno de los trenes que iban a la ciudad del evento salia de el norte de la india y Desde temprano, la estación hervía de actividad: maletines repletos de libros, paraguas negros, murmullos eruditos que parecían conjurar ideas en el aire.El tren que los llevaría era un convoy clásico, con vagones verdes y detalles dorados, como salido de otra época. Los eruditos ocuparon un compartimiento exclusivo, con asientos de terciopelo rojo y lámparas de bronce que iluminaban sus rostros pensativos..  El silbato sonó, y el vapor se elevó como un presagio. Afuera, el paisaje otoñal se desplegaba en aquel pais: colinas cubiertas de hojas doradas, ríos serpenteantes y bosques que parecían guardar secretos.Apenas se acomodaron el grupo de eruditos  comenzaron a entablar una conversación erudita sobre temas eruditos y , comenzó la sinfonía de voces:—La atención es la llave que abre todas las puertas de la mente —dijo uno, ajustándose las gafas con solemnidad.—Sin atención, la conciencia se disuelve como humo —añadió otro, golpeando suavemente el brazo del asiento..—Hay que entrenarla, cultivarla, elevarla hasta lo sublime —sentenció un tercero, con tono casi religioso.Y así poco a poco iban discutiendo sobre como la atención era lo que separaba las mentes brillantes de las mentes simples.El tren avanzaba con su traqueteo hipnótico. Afuera, la luz del atardecer teñía el mundo de cobre y púrpura. Dentro, el debate se volvía cada vez más apasionado. Citaban filósofos antiguos, experimentos modernos, teorías sobre la percepción. La atmósfera era tan intensa que parecía que el compartimiento vibraba con las ideas.—Hay que estar tan atentos a todo lo que sucede a nuestro alrededor de manera que ni el vuelo de una mosca pase inadvertido —exclamó uno, levantando el dedo como si dictara una ley universal.Pero mientras ellos hablaban, la vía ocultaba un peligro: un tramo corroído por la humedad, invisible bajo la maleza. El maquinista, concentrado, no pudo evitar lo inevitable. Un chirrido metálico rasgó el aire. El convoy tembló, se inclinó, y en un segundo todo se convirtió en caos.El tren descarriló con violencia. Los vagones se sacudieron como juguetes, chocando unos contra otros. El compartimiento se llenó de gritos ahogados, maletines volando, cristales estallando. El vagón giró sobre sí mismo, y luego otro golpe, y otro, hasta precipitarse por un barranco profundo. El estruendo se mezclaba con el crujido del hierro retorcido. Finalmente, todo quedó en silencio, roto solo por el goteo de agua y el eco lejano del desastre.Dentro del compartimiento, los eruditos yacían amontonados, sus cuerpos entrelazados en una grotesca escultura humana. Algunos con los ojos abiertos, otros con la mirada perdida. Pero lo más insólito era que seguían hablando. Con voz débil, pero firme, continuaban:—Lo esencial es la atención... la atención plena... —murmuraba uno, con la frente ensangrentada.—Hay que elevar el umbral de atencion... no distraerse jamás... —susurraba otro, sin notar que su brazo colgaba inerte.Ignoraban el accidente. Ignoraban la muerte que los rodeaba. En su obsesión por la atención, no habían percibido lo más evidente: el fin de su propio viaje.El sol ya se había ocultado cuando el equipo de rescate llegó al barranco. La no
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  • 714. El ahogado mas hermoso del mundo (Gabriel Garcia Marquez)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]
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  • 713. La llave
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez en En el principio de las eras una divinidad que vivía en la inmensidad del silencio en  esos tiempos .era  luz, era conciencia, pero también sentía el peso de una soledad infinita. No había voces que le respondieran, ni miradas que compartieran su eternidad. Entonces, movido por un deseo puro de compañía, decidió crear seres que pudieran reflejar su esencia y llenar el vacío de su existencia.Así nacieron los primeros seres: luminosos, perfectos, plenos de armonía. Durante un tiempo, todo fue gozo. El ser Divino los contemplaba y ellos, en su inocencia, danzaban en la luz. Pero un día, aquellos seres descubrieron algo inesperado: la llave de la felicidad. Era un símbolo, un conocimiento secreto que les mostraba el camino de regreso al origen. Uno tras otro, siguieron ese sendero y se fundieron nuevamente con el Divino, como gotas que vuelven al océano.El ser Divino quedó solo otra vez. Una tristeza profunda lo envolvió, porque había creado para compartir, no para perder. Reflexionó largamente. Si volvía a crear, ¿no ocurriría lo mismo? ¿No encontrarían también el camino y lo dejarían en la misma soledad?Entonces surgió una idea audaz: crear al ser humano. Pero esta vez debía asegurarse de que la llave de la felicidad no fuera hallada tan fácilmente. Si el hombre la encontraba, todo volvería al punto inicial. ¿Dónde ocultarla? Esa pregunta lo desveló.Primero pensó en el fondo del mar, en las regiones más oscuras donde ni la luz penetra. Pero imaginó al hombre, curioso, descendiendo con máquinas y luces hasta lo más profundo. No, allí no estaría segura.Luego pensó en una caverna secreta en los Himalayas, entre glaciares y nieblas eternas. Pero también vio al hombre escalando montañas, conquistando cumbres, explorando cada rincón. Tampoco era el lugar.Después miró hacia el espacio sideral, hacia los confines donde las estrellas apenas titilan. ¿Y si la escondía allí? Pero el Divino conocía la sed infinita del hombre por descubrir, por viajar más allá de los límites. Algún día, también llegaría allí.Pasó la noche en vela, sumido en una meditación sin fin. ¿Dónde ocultar la llave para que el hombre no la busque? ¿Dónde ponerla para que, aun teniéndola cerca, no la vea? Cuando el amanecer comenzó a disipar la bruma, la respuesta surgió como un relámpago: “La esconderé dentro del hombre mismo.”Allí, en lo más profundo de su ser, donde rara vez mira, donde casi nunca busca. En su corazón, en su conciencia, en ese espacio íntimo que se revela solo cuando deja de mirar afuera. Y así lo hizo: creó al ser humano y colocó en su interior la llave de la felicidad.Desde entonces, el hombre la lleva consigo, sin saberlo. La busca en mares, en montañas, en estrellas, sin sospechar que siempre ha estado dentro de él. 
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  • 712. Gille Dubh (Leyenda Escocia)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez una niña llamada Jessie Macrae Jessie era muy vivaz con una curiosidad sin límites que la llevaba a explorar más allá de los confines de su hogar en las Tierras Altas de Escocia. Sus padres solían advertirle sobre los peligros del bosque, contándole historias de espíritus antiguos y seres misteriosos que habitaban entre los árboles. Pero el espíritu aventurero de Jessie no conocía el miedo.Una cálida tarde de verano mientras su padre estaba trabajando en la hacienda de lord Mackenzie y su madre había salido a comprar comida, Jessie decidió adentrarse en los bosques cercanos a Loch Gairloch en busca de bayas silvestres. Con una cesta de mimbre en mano, caminaba alegremente por senderos conocidos, disfrutando de la luz del sol que se filtraba entre las hojas. En aquellos bosques había muchos pájaros y Jessie escucho el sonido de algunos y salió a tratar de observarlos. Caminando finalmente se encontró muy lejos de su casa. El eco de las advertencias de sus padres resonaba en su mente mientras la penumbra envolvía el bosque y el sonido de los búhos comenzaba a dominar el paisaje desde lo alto de los arboles. . Jessie intentó regresar, pero cada paso la llevaba más lejos de lo familiar. El miedo se apoderó de ella, y las lágrimas comenzaron a brotar.Asustada se sentó y puso su espalda contra el tronco de un árbol y allí se puso a llorar sintiéndose perdida y alejada de sus padres. La luna comenzaba a salir y su luz comenzó a llenar aquel lugar donde Jessie se encontraba. De pronto escucho algunos pasos extranos y Jessie cerro sus ojos esperando que esos pasos se alejaran. Entonces, una voz suave como el susurro del viento entre las hojas rompió el silencio. Jessie se giró, sobresaltada, y vio emerger de detrás de un abedul a una figura envuelta en sombras: el Ghillie Dhu, el espíritu del bosque. Su cabello oscuro se confundía con la penumbra, y su cuerpo estaba cubierto de hojas y musgo. Sus padres le había hablado alguna vez de aquel ser del bosque pero ella siempre creyó que era una fantasía. Sin embargo allí estaba junto a ella. —¿Por qué lloras, pequeña? —preguntó con voz serena, como el murmullo de un arroyo.Jessie, aún temblando, respondió: —Me he perdido. No sé cómo volver a casa antes de que caiga la noche.El Ghillie Dhu la miró con ternura. —No temas. Conozco este bosque como la palma de mi mano. Te llevaré a casa.Con renovada esperanza, Jessie siguió al espíritu entre los árboles. Él se movía con la gracia de un ser encantado, mientras ella tropezaba tratando de mantener el ritmo. Durante el trayecto, el Ghillie Dhu le contó historias de magia antigua, de secretos escondidos en el corazón del bosque, y de criaturas que solo los puros de corazón podían ver.Finalmente, salieron del bosque, y la casa de Jessie se alzaba bajo la luz plateada de la luna. Cuando se volvió para agradecerle, el Ghillie Dhu ya se desvanecía entre las sombras.—No me olvides, Jessie Macrae —susurró el viento—. Soy el Ghillie Dhu, guardián de estos bosques. Llámame si alguna vez vuelves a perderte.Paso el tiempo y Jessie vio morir a sus padres cuando ya era adulta. Se había encargado de la posada que sus padres tenían a la vera del camino que va entre Gairloch y Poolewe. Un día oyo voces recorriendo el camino frente a la posada y vio como un grupo de cazadores se aproximaban a su posada. Era el lord Mackenzie y un grupo acompañante. Todos estaban hablando de la próxima caceria cuando entraron al lugar pidiendo que se les sirviera bebidas y comida. Era la hora de la comida y todos querían comer algo antes de aventurarse en el bosque,. Entre los visitantes algunos estaba
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  • 711. La rana dorada (Leyenda Cuna)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez en un mundo entre lo que hoy es conocido como el tapon del darien entre Colombia y panama una civilización que vivía en armonía con la selva, los ríos y el mar. Esta sivilizacion eran los indios Cuna. Para ellos todo estaba conectado por un delicado equilibrio que los dioses les habían fabricado.   ya que estos habían tejido las relaciones entre los seres humanos con hilos invisibles. Para proteger ese equilibrio, enviaron a una criatura especial: el Anfibio Sagrado, una rana que  dorada y que era considerada como  un animal magico, con ojos que brillaban como esmeraldas bajo la luna. Este ser no era solo guardián de la naturaleza, sino también mensajero entre los mundos. Podía hablar con los árboles, entender el canto de los pájaros y sumergirse en las aguas profundas para conversar con los espíritus del océano. Su presencia aseguraba que las lluvias llegaran a tiempo, que los peces abundaran y que la tierra diera frutos generosos. Además era el mensajero entre los mundo espirituales y el físico. Su veneracion era la clave para obtener prosperidad, fertilidad y buena fortuna. Pero con el paso de los años, los humanos comenzaron a olvidar. Dejaron de hacer las ofrendas, ignoraron los cantos sagrados y cazaron y pescaron  más de lo necesario. Los ríos se enturbiaron, los animales huyeron y la selva comenzó a marchitarse. El Anfibio Sagrado, consiente de que los hombres habían olvidado su importancia y  herido por la indiferencia, se retiró a lo más profundo de la tierra, donde ni los sabios podían alcanzarlo.Poco tiempo después se noto el impcato de su ausencia.  Al no estará este guardián el mundo comenzó a cambiar y esto  trajo sequías, enfermedades y hambre. Los ancianos, desesperados, reunieron a los sabios y chamanes para realizar el Gran Ritual del Recuerdo. Durante siete noches, cantaron, danzaron y ofrecieron objetos sagrados: plumas de guacamayo, semillas de cacao, y agua pura de los manantiales. En la última noche, bajo una luna llena, el Anfibio emergió de una laguna envuelta en niebla.Con voz profunda, dijo: "He escuchado su llamado. Pero el equilibrio no se restaura con palabras, sino con actos. Respeten la tierra como a su madre, escuchen a los animales como a sus hermanos, y recuerden que todo lo que toman debe ser devuelto."Desde entonces, los Cuna celebran cada año el Ritual del Anfibio, donde niños y ancianos se reúnen para contar esta historia, cantar los cantos antiguos y renovar su compromiso con la naturaleza. Porque saben que mientras el Anfibio Sagrado los observe desde las aguas, el mundo seguirá girando en armonía. Por esta razón el pueblo cuna tiene una profunda conexión espiritual con la naturaleza que los rodea y se preocupan por conservar sus tradiciones. Desde el año 2010 Panama erigio a la rana dorada como su símbolo nacional y su se ha declarado una especie en via de extinción lo que para los indios cuna habitantes del valle de anton están dedicado a su protección. 
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    4:46

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Acerca de Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

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