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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

Podcast Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda
Juan David Betancur Fernandez
Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.

Episodios disponibles

5 de 640
  • 621. Día 3. La unidad (Novena de Navidad)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez un pueblo en el recóndito valle de los Suspiros, donde el viento silbaba melodías entre los arboles. Allí  vivía una comunidad unida por la tradición y el respeto a la naturaleza. La Navidad, en este lugar, era un tiempo de recogimiento y sencillez, muy alejado del bullicio y la ostentación de las grandes ciudades. En aquel pueblo vivía una joven llamada Elena, Elena era una joven tejedora de manos delicadas y corazón generoso. Elena vivía con su abuela, la anciana y sabia Rosalía, en una cabaña de adobe con vistas al río congelado. A diferencia de otras familias, que gastaban sus ahorros en adornos y banquetes, Elena y Rosalía dedicaban su tiempo y energía a crear con sus manos regalos sencillos pero llenos de significado. Cada año, Elena tejía bufandas y gorros con la lana de las ovejas de la aldea, utilizando tintes naturales que obtenía de pequeñas frutillasy las plantas del bosque. Rosalía, por su parte, moldeaba con paciencia pequeñas figuras de barro, representando a los animales del valle y los personajes de las leyendas locales. Juntos, creaban tesoros humildes, que no costaban dinero, pero que llevaban consigo el calor de sus corazones. Este año, sin embargo, una sombra se cernía sobre el valle. Una gran tormenta de nieve había azotado la región, dejando incomunicadas a muchas familias y dificultando la llegada de provisiones. El espíritu navideño parecía haberse desvanecido bajo el manto blanco y frío. En el pueblo, el alcalde, un hombre adinerado acostumbrado a las grandes celebraciones, se sentía frustrado por la forma como los habitantes del pueblo se sentían tristes. Para solucionarlo decidio organizar una gran fiesta, con luces y música,  y convoco a la gente a la plaza del pueblo para que entre todos pudieran pasar la navidad. pero la gente parecía más preocupada por la escasez y el frío que por la diversión. Él, que siempre había asociado la Navidad con el lujo, se sentía desconcertado ante la falta de alegría. Mientras tanto, Elena y Rosalía, ajenas a la frustración del alcalde, continuaban con sus labores. Con la misma calma de siempre, tejiendo y moldeando, como si la tormenta no fuera más que una pausa en el ritmo de sus vidas. Pero este año, en lugar de crear regalos para todos, decidieron hacer algo diferente: crear una manta gigante de retazos, utilizando todos los restos de lana y tela que tenían.  Cuando la noche de Navidad llegó, la plaza del pueblo comenzó a llenarse. De todas partes, un poco a regañadientes los habitantes con mucho frio se fueron acercando pero al llegar allí se dieron cuenta que debido a la feroz tormenta los músicos no habían llegado y que por dicha razón la fiesta se había cancelado. Todos se sentían aún más desconsolados. Estaban allí en medio de la plaza, con frio y sin saber como celebrar la navidad juntos. Elena y Rosalía, con la manta doblada cuidadosamente en su canasta, decidieron abrirla y  extenderla. A medida que la iban extendiendo iba saliendo más y más y los habitantes del pueblo si bien no entendían como sucedia fueron colocándose la manta sobre ellos recibiendo el calor de la lana.  Los rostros cansados se iluminaban con una sonrisa al sentir el calor de la lana y la ternura del gesto. De pronto rosalia abrio su canasto y saco algunas de las figuras de barro para regalarsela a los niños . Los niños, al ver las figuras de barro, olvidaban por un momento su hambre y su frío y se precipitaron a recibir su regalo.  Entre la extrañeza y la excitación todos finalmente olvidaron el extraño suceso de que de ese para de canastos salia una manta interminable y cientos de figura
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  • 620. Día 2. La paciencia (Novena de Navidad)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] Había una vez un viejo artesano llamado Elias tenía un pequeño taller de juguetes, escondido entre calles adoquinadas y casas de más de 100 anos de antigüedad. Elias había creado un lugar mágico ya que por muchos años había fabricado miles y miles de juguetes para los niños del pueblo.  Había llegado el tiempo de navidad y como siempre el taller de Elias se comenzaba a llenar de padres y madres que iban a buscar algún juguete que sirviera de regalo de navidad para sus hijos.  El taller era un lugar vivo y entre comentarios y risas Elias veía como los padres definían que regalo comprar y los niños recorrían el taller buscando algún regalo especial que quisieran tener. Allí habían muñecas de trapo, soldaditos de plomo y caballos de madera que se balanceaban con gran ritmo. Todos los juguetes de aquel taller habían sido fabricados por Elias y para el cada uno de ellos era especial Entre los asistentes aquel día estaba su nieta Sofia. Sofia era una niña de escasos 10 años que aprovechaba que había salido temprano del colegio y se escabullía de su casa para ir al taller del abuelo a jugar con los juguetes que el tenía allí.  Pero aquel día era diferente. Sofia no estaba jugando con ninguno de los juguetes. Sofia estaba parad junto a  Elias con la mirada atenta en los movimientos de su abuelo mientras este estaba puliendo un trompo de madera.  Sofia había alguna vez había visto a su abuelo lanzar el trompo y le encantaba perseguirlo por todo el piso mientras el trompo saltaba de un lado a otro. En este caso sofia estaba mirando como su abuelo trabajaba con sus manos y como le dedicaba el tiempo a cada detalle Los ojos de Sofia, siempre curiosos, se veían esta vez maravillados. De pronto se acercó a su abuelo y le dijo. Abuelo yo quiero aprender a hacer juguetes como tu.  El abuelo sorprendido por aquella repentina petición de su nieta paro de pulir el trompo y dos lagrimas comenzaron a caer de sus ojos llegando hasta la blanca barba. Sus ojos brillaban y en su cara se instalo una sonrisa.  Elías, con su barba blanca, dos lagrimas de felicidad  y la sonrisa amable, aceptó encantado. Pero le advirtió a Sofía que la creación de juguetes requería algo más que habilidad, requería paciencia, una virtud que según él era un ingrediente esencial para la magia de la Navidad. Cuando ya los compradores se habían retirado Sofia y su abuelo se dirigieron al taller donde estaban los instrumentos de fabricación y Elias con voz dulce le dijo. Aquí te empezare a enseñar a hacer juguetes.  Los primeros intentos de Sofía fueron un caos. Con la ayudad de su abuelo empezó a aprender a cortar suavemente la madera, pero esta se astillaba, aprendio a pintar los caballos de madera pero la pintura se corría y se regaba, aprendio a ensamblar las piezas de las muñecas pero algunas de partes se quebraban durante el proceso.  Sofia se sentía frustrada, quería que las cosas salieran bien de inmediato, y le costaba comprender por qué Elías, sin importar cuánto se tardara, no perdía la calma ni la sonrisa. Elías, con su infinita paciencia, le recordaba a Sofía que la belleza de un juguete no solo estaba en su apariencia final, sino en cada paso del proceso.  Con paciencia Le enseñó a apreciar los pequeños detalles, a valorar los intentos fallidos como oportunidades de aprendizaje, y a no apresurarse ni frustrarse si las cosas no salían perfectas a la primera.Pasaron las semanas y la Navidad se acercaba. Sofía, siguiendo las enseñanzas de Elías, comenzó a ver los resultados de su esfuerzo. Los p
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  • 619. Día 1. La unión familiar (Novena de navidad)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez un pequeño pueblo rodeado de montanas nevadas y allí en las afueras del pueblo vivía una pareja con sus tres pequeños hijos. Juan y Ana eran los padres y tenían sus hijos llamados Pedro de 10, Lucia de 8 Y Miguel de solo 5 años.  Como era costumbre la familia siempre viajaba al pueblo en la navidad para empezar la novena de navidad y así reunirse con sus abuelos. Esto era muy importante para la familia porque siempre había un ambiente cálido en la casa de los abuelos y los niños tenían la oportunidad de escuchar historias de su abuelo y luego compartían una deliciosa cena.   Pero aquel ano algo era un poco diferente. Desde hacia dos días había estado nevando y las carreteras estaban cerradas por la acumulación de nieve. Ana y Juan observaban el nivel de la nieve y sabían que de continuar así no podrían salir de su casa para ir al pueblo. Los niños ansiosos no paraban de preguntar cuando saldrían para la casa de los abuelos y honestamente Juan no sabía que responderles.  La tristeza comenzó a invadir la casa y los niños que se había hecho mucha ilusión de la reunión tradicional con los abuelos comenzaron a llorar. Juan y Ana decidieron intervenir y rápidamente comenzaron a inventar juegos que sirvieran como entretenimiento a los 3 niños, pero después de una hora ya lo niños de nuevo preguntaban cuando podrían salir a ver a los abuelos.   Finalmente y después de observar que la nieve seguía cayendo decidieron que había que prepararse para pasar la primera noche de novena  en su casa en el campo. Reuniendo a sus hijos les encomendaron que trajeran todo lo que tuvieran que se pudiera utilizar como adorno y tomando unos cordeles comenzaron a colgar en las paredes cuanto juguete había en la casa. Por su parte Ana se metió en la cocina y con gran inventiva fue buscando productos para preparar una comida de navidad que fuera inolvidable.  Los niños ayudaron a hacer galletas y a colgar las medias junto a la chimenea ya que sabían que santa bajaría por ella les podría dejar sus regalos en las medias.  Como era navidad se sentaron junto a la chimenea y Juan comenzó a contar algunas historias que le había oído a sus padres. Pero con cada historia los niños pedían que los llevaran donde el abuelo ya que el era mejor cuenta cuentos.  Ana  que usualmente no contaba sus propias historias de su infancia decidio traer algunos recuerdos y compartirlos con los niños que la miraban asombrados reconociendo que su madre también fue una niña. No podían creer las historias que ella les contaba.  Y entre historia y cuentos la noche comenzó a pasar y finalmente Ana decidio que ya era hora de comer, aunque no había mucho para la cena.  De repente, escucharon un golpe en la puerta. Inicialmente pensaron que era alguna rama de un árbol que había caído, pero pronto oyeron otra vez el golpe.  Juan corrió hasta la puerta y de un solo movimiento la abrió . Allí estaban sus padres y sus suegros  Los abuelos de los 3 niños que se habían imaginado que sus hijos y nietos no se atreverían a salir mientras nevara, pero ellos que habían vivido tantos anos en aquella región sabían que siempre se podía caminar desde el pueblo hasta la montana donde vivían sus hijos. Los abuelos venían bien preparados para la nevada y en un trineo traían muchas bolsas. Allí los niños gritaron de emoción, ver a los abuelos era una gran satisfacción pero ver que además venían con regalos de navidad era lo mejor.  Los abuelos entraron abriendo un caja que traían sacaron todos los elementos para una gran comida de navidad. La bolsas las dejaron cerradas mientra
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    6:42
  • 618. La creación Maurí (Polinesia)
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez en un mundo Maorí en lo que hoy son la polinesias dos dioses que de tanto mirarse se enamoraron Eran Ranginui  o rangi el padre cielo y Papatuanuku o papa la madre tierra. Cuando ambos se enamoraron decidieron unirse en un abrazo fuerte y continuo. Tan fuerte y tan continuo que comenzaron a tener hijos pero estos permanecían entre ellos dos viviendo una oscuridad perpetua. Los hijos anhelaban  vivir en la luz.  Uno de los hijos llamado Tane se rebela con la situación y sugiere a los otros hermanos que deben separar a sus padre y a su madre para que ellos puedan disfrutar de la vida luz. Su plan es que su padre Rangi pueda vivir lejos de ellos y que su madre en cambio los acompañe cuidándolos.  Los hermano de Tane oyen el plan y deciden poner el plan en acción. El primero es Rongo, el dios de la comida quien intenta suavemente separarlos pero no lo logra, luego lo sigue Tangaroa este dios unió esfuerzos con Haumia el dios de la comida salvaje. Ambos tratan con más energía pero el abrazo entre sus padres continua y sus esfuerzos son inútiles.  Rangi y papa continúan unidos en un abrazo amoroso permanente.  Tane que es el dios de los bosques y los pájaros observa como sus hermanos intentan separar a los padres tomando una posición erguida y utilizando sus respectivos brazos. Tane se acuesta boca arriba y haciendo un gran esfuerzo con sus piernas logra que cada uno de los musculos de su cuerpo le ayuden a hacer presión sobre los dos padres. De esta manera logra que uno de los dos padres pierda la fuerza y comience a separarse del otro De pronto con un grito de dolor que retumba por cielo y tierra, Ranginui y Papatuanuku se separan.  Guerra en el Cielo y en la Tierra Comienza allí una tragedia donde Rangi y papa comienzan a llorar el uno por el otro. Separados viven mirándose y lamentándose.  Y así los hijos de Rangi y Papa ven la luz finalmente y logran tener espacio para moverse por primera vez. Mientras que los otros hijos han aceptado la separación, Tawhirimatea, el dios de las tormentas y los vientos, se enfada porque los padres han sido separados. No puede soportar escuchar los gritos de sus padres, ni ver las lágrimas de Rangi cuando se separa, por lo que promete a sus hermanos que de ahora en adelante, tendrán que lidiar con su ira. Tawhirimatea vuela para unirse a Rangi, y desde  allí se dedica a demostrar su frustración con sus propios descendientes los vientos que envía a cada punto de la tierra. Así que reuniendo a sus hijos, vientos y nubes llena la tierra de chubascos feroces, remolinos, tormentas, nubes espesas, niebla y huracanes de fuertes vientos y lluvias.  Los vientos y las tormentas muestran su poderío castigando de esta manera a los bosque y pájaros de Tane creando caos y tumbando los arboles que caen al suelo y se descomponen sirviendo de alimento para nuevas plantas e insecto Luego  Tawhirimatea dirige su ira contra los océanos y enormes olas formando remolinos hasta que Tangaroa, el dios del mar, huye presa del pánico con su hijo Punga  y hasta el día de hoy Tawhirimatea azota los mares con sus vientos.  , Tangaroa,  tiene dos hijos, Ikatere, padre de los peces y Tu-te-wanawana), el ancestro de  de los reptiles. Aterrorizados por la embestida de Tawhirimatea, los peces buscan refugio en el mar y los ríos. y los reptiles en los bosques.  Así es como Tane suministra a los descendientes de Tumatauenga el creador de los hombres  canoas, anzuelos y redes para atrapar a los descendientes de Tangaroa. Tangaroa por su parte contraataca inundando canoas y arrasando casas, tierras
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  • 617. La esperanza en navidad
    Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] esperanza de navidad Había una vez un pueblo de pescadores localizado en el norte del continente en el que vivían no más de un centenar de familias. En ese pueblo vivía una niña llamada clara con su padre y su madre. Clara sabía que la navidad se acercaba a ellos ya que había comenzado a caer nieve y los vientos del norte hacían difícil la pesca, pero todos los pescadores sabían que era necesario obtener la comida para el difícil invierno que se acercaba. Aquel día Clara estaba muy preocupada porque su padre había salido a pescar desde el día anterior y no había vuelto por la noche. Durante todo el día clara se había sentado en la playa a observar el horizonte esperando ver la llegada de su padre pero ya la tarde estaba terminando y no había ninguna señal de el barco de su padre.  Su madre se veía igualmente preocupada pero  siempre le decía que siempre que tuviera una preocupación debía pedir a Dios ya que el siempre los oía. Y que nunca nunca se debía perder la esperanza.  Su abuela le había contado múltiples historias de una estrella que era la enviada a dirigir a los que se habían perdido y que muchas veces era la que rescataba a los pescadores perdidos en el mar.  Pero le advertía que esa estrella mágica solo aparecía cuando se le pedía con todo el corazón.  Clara allí sentada en la orilla del mar y recordando las palabras de su abuela comenzó a pedir fervientemente por el regreso de su padre, pero no veía ninguna estrella brillante ya que las nubes de la borrasca que se avecinaba cubrían todas las estrella. Pero Clara seguía aferrada a la esperanza y cerrando los ojos pedía que su padre volviera sano y salvo.  Pasaron varias hora y el pueblo tenía el compromiso de prender ese día las luces del árbol de navidad y como era tradicional se reunían en el centro del parque principal y todos colgaban sus adornos.  Clara con su abrigo rojo y la bufanda tejida por su abuela se acercó lentamente al árbol y con sus manitas llevo una pequeña vela que serviría como adorno y luego pidió una vez más por su padre.  La vela comenzó a brillar mientras algunas copos de nieve caían. De cada uno de los copos que se acercaban a la vela empezaba a brillar una luz cálida que se hacia cada vez más y más fuerte a medida que la nevada comenzaba.  De pronto una luz extraña subió por el árbol y se dirigió hacia lo alto de las nubes y sin saberse como un claro se hizo entre las nubes y allí en lo alto del firmamento apareció una estrella que brillaba como nunca había sucedido anteriormente.  Las familias veían aquello y no comprendían que sucedía pero esa estrella hacia de faro e comenzó a iluminar el mar. De pronto se escucho un murmullo entre los asistentes y uno grito…. Una luz en el mar … Una luz en el mar. Todos corrieron a la playa y efectivamente vieron como en medio de la oscuridad del océano había una luz que se acercaba lentamente. La figura de un bote se iba definiendo alrededor de la luz y con cada segundo el corazón de clara se llenaba de esperanza. La misma esperanza de la que su abuela le hablaba tanto.  De pronto la figura se transformo en un bote y en el bote estaba su papa con una sonrisa enorme y los brazos abiertos. Salto a la playa y dijo. Gracias. Gracias la estrella de navidad me ha guiado hasta aca. Sin ella no podría haber encontrado el camino.  Esa noche, mientras la familia y el pueblo  se reunía alrededor del árbol, Clara comprendió que la esperanza es el regalo más poderoso de todos. Y cada Navidad, recordaba mirar al cielo y agradecer por la estrella que había traído a su padre de
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    5:30

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Acerca de Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

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