Mateo 7, 21-24. 27:
Entrar en el cielo
1) Cumplen: Durante mis primeros años de cura creía que todo se regía por cumplimiento, hasta tenía una hoja en donde marcaba si rezaba el rosario o la misa o la oración tal o cual. Era reducir mi vida espiritual a un mero cumplimiento, en donde mitad cumplo y mitad miento, porque capaz que lograba ser un cumplidor de normas, pero me hacía una persona dura y medidora de la gente, de si era como yo o no. Incluso hasta en mi forma de vestir y relacionarme con los demás. Era totalmente distinto, porque me mostraba rígido, pero además me escondía detrás de una sotana bien planchada y de celebrar una misa ritualísticamente perfecta, pero siempre en mi mundo, en mi globo de vida, y todo giraba ahí, en eso. Con el tiempo comprendí que la vida iba más allá de un círculo cerrado que yo mismo me había generado.
2) Roca: La fe también se alimenta de los momentos duros y difíciles, porque es en esos momentos donde la fe tiembla y en donde todo parece perdido. Recuerdo la muerte de mi papá, cuando tuve la dicha de darle la bendición final para que muriera en paz. Internamente me sentía destrozado, pero le pedí a Dios fuerzas para poder seguir, estar entero para mi mamá. La tormenta de dolor no aplacó mi fe, sino que mi fe me ayudó a seguir adelante, para salir de ese dolor, porque la fe no quita situaciones, sino que ayuda a superarlas.
3) Arena: La vida tiene sus golpes, pero no podés quedarte en lo superfluo, en creer que todo es así nomás o que Dios está para vos como “Pedidos-ya”, y que lo que necesitas te lo manda como un delivery. No podés estar todo el tiempo tomándolo a Dios como Aladino, que frotas la lámpara y te aparece Dios como un genio, para ver qué querés y cumplirte el deseo. Por tanto, sácate esa idea de que Dios viene a cumplir tus deseos, sino más bien sos vos quien tenés que tratar de entender cuál es el proyecto de Dios para tu vida y para qué te prepara o preparó Dios, porque tarde o temprano llegará ese momento. Algo bueno está por venir.