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Meditaciones del día

Quim Muñoz Traver
Meditaciones del día
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  • El silencio -o la meditación- egoísta
    En muchas ocasiones he escrito recomendando el silencio, alabando sus virtudes y recordando su urgente necesidad.  Sin embargo, hoy he caído en la cuenta de que sólo he tratado sobre el rostro luminoso del silencio cuando, como todo en el ámbito de la manifestación, tiene también su sombra. El silencio que siempre he alabado es el que promueve la apertura, la escucha, la gestación de la Palabra.  Pero no es raro que en un mundo como el nuestro, en el que nos encontramos saturados de tanto ruido, el silencio pueda convertirse en una vía de escape, en una huida, en un recogimiento egoísta, en un autismo espiritual que quiera desconectar de una realidad que reclama su atención y ayuda para descansar y rehuir de su responsabilidad en el jardín interior del alma. Ese silencio no es fecundo, sino que mata.  Mata nuestra humanidad y mata la humanidad de quienes nos rodean y necesitan de nuestra atención, palabra y actuación.  Ese silencio es una irresponsabilidad y un atentado contra nuestro mundo, un acto de egoísmo que daña la realidad toda, y a nosotros con ella.  Ese silencio duele, ese silencio mata. Busquemos el mejor de los silencios, el que engendra la Palabra, y no olvidemos que lo más luminoso es también lo que produce mayores sombras.
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    10:44
  • El examen ignaciano, un libro imprescindible
    Hacía tiempo que no recomendaba un libro en el blog.  Y no es que no haya leído libros que me hayan parecido interesantes.  No, la causa es que el post de recomendación de libros suele ser más largo de lo habitual, y siempre ando algo justo de tiempo.  Sin embargo, hoy he tenido que buscar y encontrar el tiempo porque no puedo dejar de recomendar este libro a todo aquél que esté interesado, no sólo en lo ignaciano, sino en una espiritualidad enraizada en nuestro día a día, en lo cotidiano, en nuestra propia vida. ¿El título del libro?  Una oración sencilla que cambia la vida, de Jim Manney.  Su subtítulo nos da alguna pista más sobre su contenido: descubriendo el poder del Examen Diario de San Ignacio de Loyola.  Creo que puedo decir sin mentir que es el libro que más me ha enriquecido en el último año, ya que ha transformado mi forma de hacer oración diariamente.  Llevo una semana siguiendo sus indicaciones y, desde que hice el mes de ejercicios, no había notado cambios tan relevantes en mis vivencias interiores. No dejes que el término ‘examen’ te eche para atrás.  Nada que ver con una hoja con preguntas, con respuestas correctas o incorrectas, ni con un juez severo que te aprueba o suspende en función de lo que has contestado.  Intentaré demostrártelo enumerando algunas de las principales ideas que he encontrado en esta pequeña joya que, te lo aseguro, se lee con facilidad.  Empecemos: Mira si será importante esta práctica, que San Ignacio de Loyola quería que los jesuitas la realizaran dos veces al día (al mediodía y antes de acostarse).  Podía eximirles de cualquier otra forma de oración durante jornadas de mucho ajetreo…  Pero nunca del examen (p.4) La oración verdadera se hace para que ocurran cambios (p.2) El examen busca señales de la presencia de Dios en los sucesos del día y que nos preguntemos si nuestras acciones se ajustan al modo de Jesús (p.2) Dios se involucra personalmente en la vida de sus criaturas.  (…)  Si es parte de nuestra experiencia humana, Dios está ahí (p.9) Los libros, las ideas y los consejos prudentes son importantes, pero el lugar en el que fundamentalmente encontramos a Dios es en lo que nosotros mismos experimentamos.  (…)  Podemos confiar en nuestra experiencia porque Dios trata con nosotros de manera directa (p.13) El examen no tiene nada que ver con un deprimente catálogo de pecados, faltas y errores (p.19) Tampoco debemos creer que la oración sólo es para personas buenas.  Si lo hacemos, sólo rezaremos cuando nos sintamos virtuosos y dejaremos de hacerlo cuando tengamos una vivencia de nuestra fragilidad…  Siendo el momento en el que más necesitamos de la oración (p.21) El examen nos propone una larga y amorosa mirada a la realidad, tratando de percibirla desde los ojos de Dios, pidiéndole que nos revele que hay detrás de cada vivencia o emoción.  Al preguntarle a Dios lo que significan, las convertimos en vehículos de gracia, ordenamos el caos (p.21-23) PASO UNO: REZAR PIDIENDO SER ILUMINADO Queremos ver nuestra vida diaria a través de los ojos de Dios, y no somos capaces de hacerlo sin su ayuda.  Buscamos una perspectiva guiada por el Espíritu, no un examen que se basa sólo en las facultades de nuestra memoria natural. (p.29) Dios obra con medios humanos.  Lo que experimentamos en el examen es justamente el gran misterio de que Dios está presente en nuestra experiencia diaria en nuestro mundo cotidiano (p.30) No hay zarzas ardientes ni voces ensordecedoras (…).  Dios aparece en el tranquilo susurro de nuestros recuerdos, pensamientos y sentimientos guiados por el Espíritu (p.30) Le pedimos a Dios que nos dé el don de ver los dones que nos da, quiénes somos en realidad, la naturaleza de nuestras relaciones y motivaciones, nuestras debilidades y desórdenes (p-30-33) En la perspectiva ignaciana, el pecado incluye todo el abanico de ideas, sueños, deseos, anhelos y ansias que evitan que seamos la clase de persona que estamos llamados a ser.  Pecamos porque somos tercos y estamos llenos de orgullo.  Pero, sobre todo, pecamos porque somos ignorantes.  No sabemos lo que en realidad queremos, y por esa razón perseguimos fantasías, pálidos reflejos de aquello que de verdad puede satisfacernos (p.33-35) No pecamos porque estemos en contacto con nuestros deseos, pecamos porque en realidad no lo estamos (p.35) ¿Qué es lo que realmente quiero? (…)  Cuando contestamos a esta pregunta, vamos camino a la libertad.  Sólo Dios puede mostrarnos esto, y que Dios nos ilumine es lo que pedimos al comienzo del examen. (p.35) PASO DOS: DAR GRACIAS La gratitud es el sello de identidad de la espiritualidad ignaciana, y la ingratitud es el peor de los pecados (p.38 y 40) Dios como un generoso dador de dones, que percibimos a través del examen (p.39) El amor se debe poner más en las obras que en las palabras.  También Dios se comunica y actúa (p.40) La ingratitud [con Dios] es negarse a ver la verdad (p.42) Si todo es don, no somos dueños de nada (p.43) PASO TRES: REPASAR EL DÍA Dios obra a través de lo que es, no obra con lo que fue, o debería haber sido o podría ser (p. 46) El examen es un ejercicio para encontrar a Dios en nuestra vida tal y como la estamos viviendo ahora mismo (p.47) Miro a lo real.  No lo analizo ni lo discuto, no lo describo ni lo defino; formo parte de él.  No lo rodeo; entro en él (p.47) Rezamos el examen para discernir la verdad más profunda de nosotros mismos, guiados por el Espíritu Santo.  Esperamos ver nuestra vida a través de los ojos de Dios (p.48) Hacemos el examen para descubrir dónde está Dios, cómo le respondemos y qué es lo que más deseamos (p.48) Dios nos inspira y nos trata de la manera más íntima, a través de nuestras emociones de consolación y desolación (p.49) El examen es una herramienta, no un sistema ni una técnica que hay que seguir fielmente.  Si el Espíritu Santo te guía, encontrarás tu propia manera de rezarlo (p.50) Recomendaciones para repasar el día: Repasa los acontecimientos del día de hora en hora, secuencialmente, tratando de recordar las sensaciones y emociones de cada momento. Pide al Espíritu Santo que te muestre qué te están diciendo sobre la presencia de Dios en tu vida, y sobre tu modo de responderle. De todos los acontecimientos del día, toma el que te parezca más significativo, el que más te remueva, y detente en él.  El examen es parecido a rebuscar en un cajón lleno de cosas hasta encontrar algo que llame tu atención. Pregúntate qué has hecho hoy con tus dones, con tus talentos…  ¿Al servicio de quién los has puesto? Revisa tus relaciones personales de la jornada: qué tipo de relación tienes con esa persona, si te mueve su interés o el suyo, si te despierta amabilidad o aspereza, por qué crees que es así… etc. PASO CUATRO: ENFRENTAR LO QUE ESTÁ MAL Dudo que seas perfecto, así que tu examen -como el mío- te llevará a la conclusión de que hay algo que está mal en ti, y a la voluntad de arreglarlo (p.58) Las acciones pecaminosas no son el verdadero núcleo de lo que anda mal en nosotros.  Las mentiras, el robo y el adulterio surgen de trastornos internos profundos (p.60) El problema soy yo. El comportamiento que lamento es una manifestación del problema real, un síntoma de la enfermedad. La mejor metáfora para el pecado es el fracaso.  Estamos por debajo de nuestros propios ideales.  No frustramos a Dios tanto como nos frustramos a nosotros mismos (p.61) El examen nos ayuda a arreglar lo que no anda bien al clarificar las cosas (p.62) Dios nos invita a observar lo que está mal en nuestra vida, no a arrastrarnos ante un juez implacable, implorando misericordia.  Al tomar consciencia de nuestros pecados, podemos dolernos del mal causado, proponernos cambiar y solicitar la ayuda para lograro a ese Dios que nos ama más de los que nosotros mismos nos amamos (p.65) San Ignacio vio la escrupulosidad como un serio problema espiritual [porque la sufrió en Manresa].  De allí en adelante, en su propia vida y en la de aquellos de quienes él era un guía espiritual, no estuvo de acuerdo con los ayunos prolongados, la ortificación de la carne ni otras prácticas de penitencia severas (p.66) El objetivo de todo esto es ser más libres.  El pecado restringe nuestra relación con Dios, no porque se trate de un punto negro en el libro que lleva el árbitro divino, sino porque las mentiras, los espejismos y las excusas interesadas que nublan nuestra mente nos hacen menos capaces de dar y recibir amor (p.66) PASO CINCO: HACER ALGO, PERO NO CUALQUIER COSA Preguntarse qué haré hoy es el núcleo del quinto paso del examen (p.70) Deja de soñar, haz algo para realizar tus sueños (p.71) ¿Dónde voy a necesitar más a Dios mañana?  Le pido a Dios que me dé lo que voy a necesitar para lidiar con la situación que me toca (p.73) No se trata sólo de actuar mejor, se trata de cambiar por dentro con o así el actuar mejor con la ayuda de Dios.  Sólo así será sostenible en el tiempo (p.75) La oración debe conducir a la acción, no a descansar en la paz interior (p.76) Dios nos ama tal y como somos, pero eso no significa que Dios apruebe todo en nosotros.  Nos acepta a pesar de muchas cosas…  Que debemos intentar cambiar (p.76) Por nuestra parte, sólo podemos comprometernos a intentar cambiar, a permitir que DIos nos transforme con su gracia (p.77) La razón por la que queremos ser conscientes de lo que Dios está haciendo en nuestra vida es para poder responderle mejor.  La pregunta que queremos que se responda es: ¿Qué debemos hacer? (p.82) Estamos aquí para amar y servir.  Las cosas del mundo, o nos ayudan o nos estorban en esa tarea.  Debemos tomar buenas decisiones, y para decidir bien debemos ser libres (p.84) Unos últimos consejos para terminar: Marca un tiempo para dedicar diariamente a la oración, y mantenlo Sé paciente cuando no suceda gran cosa Escucha más de lo que hablas Presta atención Ábrete a la sorpresa del Espíritu y a su acción transformadora Si te ha gustado el resumen, el libro te gustará más
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    19:26
  • Renunciar para recuperar
    Los seres humanos somos de lo más peculiar: nos acostumbramos a todo, a lo bueno y a lo malo.  Está claro que es una forma de sobreponerse al día a día, pero también es una trampa peligrosísima.  Porque nos ‘apoltrona’, nos vuelve pasivos, mata nuestras pasiones, nuestros retos y nuestros placeres. Hoy te voy a proponer un ejercicio que ya recomendaban los clásicos para enfrentarse a la pérdida de interés y disfrute por las cosas que acompaña a la habituación, a la rutina, a la costumbre.  Consiste en renunciar temporalmente a algo que nos encantaba y que ahora ya no supone propiamente un placer.  Puede ser algo tan simple como tomarse un café bien caliente a primera hora de la mañana mientras se leen las noticias o se hace oración; puede ser ir a caminar a primera hora de la mañana para despertarte junto al sol y contemplar el amanecer mientras te pones en forma; puede ser disfrutar de una buena lectura antes de acostarte; puede ser el encuentro mensual con ese amigo; puede ser esa partida de cartas; puede ser una copa de vino o, incluso, ese encuentro íntimo con tu pareja…  ¿A cuántas parejas se les acaba la pasión en cuanto formalizan su relación? Escoge cualquiera de estas cosas (o alguna otra que para ti fuera un gustazo y que hoy en día ha perdido gran parte de su intensidad) y renuncia a ella durante un mes.  Si, sí…  Un mes.  Un mes sin café, sin salir a caminar o a correr, sin lectura nocturna, sin verte con tus amigos, sin jugar a cartas, sin tomar una gota de vino o sin sexo…  Verás cómo se reactiva tu interés, cómo se incrementa tu deseo, cómo recuperas la pasión perdida.  Cómo lo disfrutas pasado un mes. Renunciar para recuperar.  Simple pero efectivo, al modo de los clásicos…  Que por eso lo son.  😉 www.quimmunoz.com
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    7:26
  • 0033 Esa canción un Puente Al Pasado.mp3
    La música, como los olores, es un increíble potenciador de la memoria, un eficaz instrumento de anamnesis platónica.  Basta con escuchar los primeros acordes de una canción que fue significativa para ti en el pasado para que tu conciencia se remonte a ese momento y reviva los pensamientos, emociones y vivencias de entonces. Una canción, una sencilla canción, es capaz de ir mucho más allá que las palabras.  Su conjugación con la musicalidad, con la armonía de la melodía, traspasa capas del alma que restan cerradas al simple verbo. Hay canciones que nos remontan a nuestro primer amor, otras al descubrimiento de la libertad, algunas a los conflictos de la adolescencia, puede que haya una que nos traslade a una experiencia significativa de Belleza o Unidad…  Hay canciones que actúan como puentes que nos reconectan con aquellos momentos que nos definen, que nos han modelado, que han ido determinando quienes somos. Te animo a hacer hoy un viaje por tu biografía a través de las canciones.  Escoge entre cinco y diez canciones que vincules con momentos esenciales de tu vida, ponlas en una lista y escúchalas, estando atento a todo lo que despiertan en ti como si de una meditación se tratara.  Te sorprenderá todo lo que se remueve, todo lo que aflora, todo lo que descubres. Abróchense los cinturones, vamos a partir hacia ese ayer que dio lugar al hoy y que apunta hacia nuestro mañana.  Promete ser un viaje inspirador e interesante. https://www.quimmunoz.com/esa-cancion-un-puente-al-pasado/
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    6:40
  • 0018-¿Para qué sirve estudiar humanidades hoy?-Meditación del día-Al volante-Quim Muñoz
    https://www.quimmunoz.com/para-que-es...La pregunta que encabeza este post tiene trampa. Preguntarse para qué estudiar humanidades es algo parecido a preguntarse para qué sirve respirar o amar. La respiración y el amor son una valiosa e ineludible parte de nuestra existencia, un elemento imprescindible para la vida. Y buscarles una función utilitaria o secundaria no sólo supone desvirtuarlas, sino que implica no haber comprendido nada.Las humanidades, tal y como aquí las entendemos, también son un requisito imprescindible para disfrutar de una vida plenamente humana. Porque dedicar un tiempo al arte, a la filosofía, a la historia, a la retórica, a la música, a la política o a la antropología puede ser una forma de estudiar a los otros… Pero también puede ser una manera de descubrirse a uno mismo, una forma de autoayuda en el mejor de sus sentidos.El objetivo de las ciencias humanas no puede ser, por tanto, el volverse un listillo, un cultureta o un snob. Las humanidades, entendidas en el sentido clásico-tradicionalque desde aquí proponemos siguiendo a José Olives, son un estudio del ser humano en lo que tiene de trascendente, de indeterminado, de libre y de único, para que éste dé a luz su mejor rostro, para que éste pueda florecer. De ahí lo adecuado de la expresión “el cultivo de las humanidades”.Las ciencias humanas hacen del estudio de lo mejor de otros seres humanos un camino de autodescubrimiento, de desarrollo personal, de inspiración y empoderamiento. Las humanidades, en su sentido más profundo, hacen del ser humano el sujeto y objeto de investigación al mismo tiempo… Promoviendo una fecunda y transformadora adualidad cognoscitiva de carácter gnóstico en sentido estricto que nos lleva mucho más allá de nosotros mismos, que posibilita nuestra apertura a lo Trascendente a través de una espiritualidad que puede ser con o sin Dios.Ponernos en contacto con la excelencia de otros seres humanos (en la literatura, la escultura, la pintura, la música, el pensamiento o la historia) aumenta nuestra energía interior, la frecuencia vibratoria de nuestro espíritu… Nos pone “a tono”. Pero para ello hay que disfrutar de esos conocimientos, hay que saborearlos en lugar de acumularlos o almacenarlos al modo de los eruditos. Ésa es la diferencia entre el sabio y el profesional de las humanidades(triste -y en mi opinión- desacertada expresión de Jesús Zamora, Decano de la Facultad de Filosofía de la UNED, en su interesante artículo “Cómo no defender las humanidades” aparecido en el Diario EL PAÍS que, pese a contener mucho de verdad, propone una visión de la filosofía que no comparto): el primero -el sabio- es profundamente transformado por el contacto con las humanidades, mientras que el segundo -el profesional o erudito- mantiene la distancia respecto a esos conocimientos convertidos en objeto, configurando las humanidades a su imagen y semejanza. Las humanidades no pueden ser un medio de vida, deben ser una vocación, una forma de desarrollo de nuestras potencialidades, una práctica y experiencia de apertura y refinamiento de lo más elevado de nuestra persona. No basta con estudiar las materias o asignaturas propias de las humanidades… ¡Hay que encarnarlas! Debemos convertirnos, ser uno, con esa música, con ese cuadro, con ese pensamiento, con esa tradición, con ese cuento o con esa historia. Las humanidades, en su definición clásico-tradicional, exigen una metanoia personal.Ésas son las humanidades imprescindibles en esta época que muchos han calificado como New Age -como Nueva Era- y que, pese a todos los cambios tecnológicos y sociales que en ella se observan, tiene un sustrato común que ni cambia ni debe cambiar si deseamos evitar el desastre: la consciencia de que somos personas y que, como tales, debemos pensar, sentir y actuar.Sin humanidades, el mundo se deshumaniza y se transforma en una jungla de asfalto en la que sólo sobrevive el más fuerte y despiadado. Yo no quiero un mundo así. ¿Y tú? ¿Tampoco? Pues ayúdame a hacer llegar estas reflexiones al mayor número de personas posibles, comparte y anima a compartir… Pues no hay nada más humano y humanizante que entregarse, que ofrecer lo mejor de uno mismo a los demás para hacer de nuestro mundo un lugar mejor.Sólo es un post, un artículo. Es cierto. Pero a veces una simple palabra es capaz de cambiar una vida porque resuena con las inquietudes que uno lleva en su interior. Ojalá te remueva y te transformes en un eslabón imprescindible de ese Paraíso en la tierra que todavía está por llegar.
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    9:27

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Acerca de Meditaciones del día

Una breve reflexión diaria para comenzar el día centrándonos en lo esencial, tratando se ser algo más humanos. Espiritualidad y filosofía hechos vida.Aquí encontrarás la versión podcast de los post publicados en el blog Meditaciones del día -de Quim Muñoz- leídos por él mismo.
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