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  • Un ‘café amargo’ para el consumidor: aranceles amenazan con disparar los precios de esta bebida en Estados Unidos
    La propuesta de imponer un arancel del 50% a las importaciones de café brasileño en Estados Unidos ha encendido las alarmas en ambos lados de la cadena de suministro. Márcio Ferreira, presidente del Consejo de Exportadores de Café de Brasil (Cecafé), advierte que la medida, de carácter "político y no razonable", tendría un impacto devastador no solo para los más de 300.000 productores en Brasil, sino que se traduciría en un "precio muy amargo" directamente para el consumidor estadounidense. Estados Unidos se posiciona como el mayor importador y consumidor de café del mundo, y Brasil es su principal proveedor, abasteciendo aproximadamente el 33% de sus importaciones. "A nosotros nos afecta mucho, porque entre el 16% y el 18% de nuestras exportaciones tienen como destino Estados Unidos", explica Ferreira. La decisión de mantener el café en la lista de productos gravados, mientras se eximía a más de 700 otros artículos, fue una "sorpresa muy mala" para el sector. El impacto económico del café va más allá de la taza. Según Ferreira, la industria cafetera genera alrededor de 2.2 millones de empleos en Estados Unidos y representa el 1.2% de su PIB, una cifra superior al 0.89% que supone para el PIB de Brasil. "Por cada dólar que se exporta, se generan 43 dólares en la economía americana", subraya, destacando la profunda interconexión económica que la medida arancelaria amenaza con perturbar. El consumidor, el principal afectado Contrario a lo que podría pensarse, el arancel no es un costo que asumen los exportadores brasileños, sino que se aplica directamente en la aduana estadounidense. "Las tasas son aplicadas para el consumidor americano", aclara Ferreira. Pone un ejemplo claro: una bolsa de café contratada a 300 dólares, con la tarifa del 50%, le costaría al cliente final 450 dólares. En comparación, el mismo café de Vietnam (con un arancel hipotético del 20%) costaría 360 dólares, y el de Colombia (con 10%), 330. "A todos les aprieta, pero a Brasil mucho más", sentencia. Esta alza de precios podría llevar a una inevitable disminución del consumo. "El consumidor americano podría eventualmente bajar su consumo de café", señala Ferreira. Este escenario obliga a los exportadores brasileños a mirar hacia otros mercados, principalmente en Asia, donde el consumo está en crecimiento. Sin embargo, el presidente de Cecafé, entidad que representa a casi el 97% de los exportadores del país, es enfático: "Jamás podremos abrir mano de un consumidor e importador como Estados Unidos. Perder participación de mercado sería un error y recuperarla más adelante sería bastante difícil". Incertidumbre y estrategia del Sector Privado La situación ha sumido al mercado en un compás de espera. Los exportadores han paralizado los embarques hacia Estados Unidos para evitar el sobrecosto del 50%, una decisión que, a su vez, genera altos costos financieros y logísticos por los retrasos. Mientras tanto, el sector privado brasileño, en colaboración con sus contrapartes en Estados Unidos como la Asociación Nacional del Café (NCA), busca abrir canales de diálogo con las autoridades estadounidenses. "Nosotros nos atentaremos a la parte privada, ubicando los caminos necesarios e importantes que nos lleven a tener este diálogo", afirma Ferreira. El objetivo es "proteger los intereses de los productores brasileños y de los consumidores americanos", dejando que la disputa política se resuelva en otras esferas. La esperanza del sector es que se logre una reducción significativa del arancel o, idealmente, que se equipare con las tasas aplicadas a otros países productores. Leer tambiénEl éxito de la protesta de Brasil ante la OMC por los aranceles es 'poco probable'
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  • ¿Ha ganado Trump la guerra comercial?
    La guerra comercial desatada por el presidente estadounidense, Donald Trump, tiene sus raíces en desequilibrios macroeconómicos que, según los expertos, no serán solucionados por los aranceles. Donald Trump ha vuelto a sacudir el tablero político internacional. El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo un consenso internacional para reducir progresivamente las barreras comerciales. Ocho décadas más tarde, las decisiones tomadas avanzan en la dirección contraria. El 7 de agosto entraron en vigor aranceles de entre el 10 y el 50% en decenas de países. Con algunos de ellos se han firmado acuerdos que reducen la tarifa a cambio de un compromiso de adquirir más productos y a invertir en los Estados Unidos. En el Programa Especial de RFI nos hemos preguntado cómo la mayor economía del mundo ha llegado a un déficit comercial con el conjunto del comercio exterior y cómo ha pagado por ello. ¿Ha salido ganando Trump con su estrategia desde su retorno a la Casa Blanca? No es el comercio, es la macroeconomía El déficit de la balanza comercial estadounidense no es un problema comercial, sino macroeconómico: en la base del desequilibrio hay una relación inadecuada entre ahorro y consumo. Esta es la idea principal que defiende el economista italiano Paolo Guerrieri, autor del libro Sovereign Europe (2024) y profesor visitante en Sciences Po París. “Hace casi tres décadas que Estados Unidos registra un déficit en su balanza comercial. Los estadounidenses producen mucho menos de lo que gastan y han podido financiar este déficit de largo plazo gracias al dólar como moneda internacional: otros países invierten en activos denominados en dólares, en negocios estadounidenses o compran su deuda”, explica Guerrieri. Mientras tanto, China se encuentra en una posición diametralmente opuesta. “El mercado chino produce mucho más de lo que puede consumir, con una demanda interna muy débil”, continúa el economista. Es decir, Pekín necesita exportar sus productos al exterior para sostener su crecimiento y reforzar el poder de su moneda. También Europa —y en particular las potencias exportadoras del centro y el norte del continente— se encuentra en una situación similar, con un consumo doméstico europeo insuficiente. Su modelo de crecimiento se ha basado en la exportación industrial, que se beneficiaba de un dólar fuerte que encarecía los productos estadounidenses —mucho menos competitivos—, y que ahora se enfrenta a la amenaza del cierre de mercados. El déficit en bienes se compensa en servicios y con el dólar “Esta es la peor manera de solucionar el déficit comercial”, afirma Fernando Guirao, profesor de historia económica y catedrático Jean Monnet en la Universitat Pompeu Fabra. Guirao explica que Trump podría haber mantenido la apuesta estadounidense por los servicios de alto valor añadido y las nuevas tecnologías, sectores en los que sus empresas siguen siendo más innovadoras y permiten que el país registre una balanza comercial en servicios mucho más favorable. “El déficit comercial se compensa con un superávit en la balanza de pagos”, afirma. “¿Prefieres fabricar zapatillas deportivas o dominar el mundo tecnológico?”. Además, el dólar mantiene su poder omnipresente, lo que permite seguir financiando un déficit que crece año tras año. “El dólar es una moneda con la que puedes endeudarte prácticamente de manera indefinida. Es la divisa de confianza generalizada del sistema”, concluye el profesor. Trump cumple los objetivos estratégicos Ante la pregunta de si Trump ya ha ganado la guerra comercial, la respuesta de nuestros invitados coincide. Ha conseguido condicionar la política comercial a sus intereses geopolíticos, pero solo hemos visto el primer asalto. La cuestión es si los consumidores norteamericanos podrán sostener el incremento de precios que prevén que traigan los aranceles. “Que está consiguiendo lo que él quiere conseguir es posible, pero eso no es una victoria, es el fracaso más grande para los norteamericanos”, dice Guirao, que cree que Washington se sabotea a sí mismo. “La principal economía del mundo tendría que garantizarse el acceso a los mercados y no hacer lo contrario, como está haciendo.” “No hay duda de que los elevados aranceles de Trump se reflejarán parcialmente en el precio de los productos estadounidenses y, por lo tanto, en el bolsillo del consumidor estadounidense. Es sólo cuestión de tiempo”, dice Guerrieri. Si bien es cierto que Trump ha conseguido firmar acuerdos aparentemente beneficiosos con la Unión Europea, Reino Unido, Corea del Sur y Japón, que le prometen inversiones y la compra de determinados productos, la duda permanece en su ejecución. De momento, en Europa el centro de estudios Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) ya ha levantado la sospecha del compromiso europeo de gastar 750.000 millones de dólares en energía estadounidense, lo que consideran “poco realista” e “improbable”. Europa, incapaz de liderar El problema fundamental es que el resto del mundo ha cedido ante las débiles relaciones bilaterales propuestas por Trump, defiende el profesor Guirao. “Aquí es donde la Unión Europea tenía una responsabilidad, que lleva mucho tiempo arrastrando los pies y debería haber anticipado este fenómeno”. “El mercado europeo debería ser el mecanismo de compensación frente a la arbitrariedad norteamericana. El acuerdo con Mercosur ya debería estar ratificado, pero no es así. Este es el gran fracaso europeo”, añade. Por su parte, Guerrieri coincide en señalar la necesidad de mantener los mercados abiertos para evitar una recesión global. “El superávit comercial de China representará un desafío para muchos otros países. Es evidente que Pekín ya no encontrará una forma fácil de acceder al mercado estadounidense. Por lo tanto, buscará nuevos mercados en Latinoamérica, Asia y Europa, lo que podría ser la fuente de la expansión de políticas proteccionistas fuera de Estados Unidos”, afirma el economista italiano. El multilateralismo está roto Si algo queda claro es que no existen mecanismos de cooperación para afrontar las amenazas que llegan desde Washington. Un imponente edificio delante del lago Leman, en Ginebra, representa mejor que ningún otro sitio ese fin de época del que nos hablan Guirao y Guerrieri. Con 1.300 ventanas y más de 2 kilómetros de pasillos, esta es –desde hace treinta años– la sede de la Organización Mundial del Comercio. En esta fortaleza del comercio internacional trabajan 600 personas de 90 estados distintos. Su principal misión es mediar disputas comerciales entre países de acuerdo al derecho internacional. Sin embargo, en el año 2019 la primera administración Trump bloqueó la renovación del Órgano de Apelación, responsable de emitir fallos vinculantes y decidir sanciones en caso de incumplimientos del derecho comercial. Desde entonces, la organización no puede resolver la decena de disputas que le llegan cada año de los países miembros. El gobierno de Estados Unidos acusa a la organización -ya desde la época Obama- de favorecer a los países en desarrollo, a quienes el acuerdo alcanzado hace treinta años daba un trato preferencial. Pero nunca se había ido tan lejos. Biden mantuvo el bloqueo de la primera administración Trump y, en su segundo mandato, el actual presidente ha desatado de nuevo una guerra comercial contraria a los acuerdos de los que aún son parte, sin apelar a unas condiciones de excepcionalidad ni proporcionar excusas a Ginebra. La complejidad de la reforma El embajador de Noruega ante la OMC, Petter Ølberg, es uno de los hombres responsables de la reforma de esta entidad. Ølberg reconoce ante los micrófonos de RFI la dificultad de cambiar el rumbo en Ginebra. “Dos tercios de nuestros miembros son países en desarrollo, pero los más grandes en términos comerciales son países desarrollados. Lograr el consenso no es fácil. Nos hemos embarcado en este proceso porque la gente está comprendiendo que la forma en que la organización ha estado trabajando no funciona”, afirma quien fuera presidente del Consejo General de este organismo hasta el pasado febrero. “No hemos podido tomar decisiones importantes en los últimos años. Siendo honestos, muy pocas en los últimos 20 años”, continúa Ølberg. Una situación crítica desde el fracaso de las negociaciones de Doha, pero que ahora se agrava. “Desde que Trump asumió el cargo, ha cambiado las reglas del juego. Ahora dicen que el sistema que teníamos, la OMC y las normas multilaterales, ya no funciona. Los aranceles contradicen la idea misma de la OMC”. Conclusiones del “primer asalto” Los expertos consultados para este reportaje coinciden en señalar que las consecuencias serán negativas para la economía estadounidense y la global. Según ellos es aún poco claro si los aranceles permanecerán en el tiempo o la Casa Blanca hará marcha atrás y volverá a la política exterior que ha defendido en los últimos ochenta años. Lo cierto es que -sin embargo- Trump ya ha dado un vuelco a los ingresos ante un déficit en el presupuesto de los Estados Unidos que no para de crecer. Mientras ha aprobado una reducción histórica de impuestos, los ingresos arancelarios del Gobierno estadounidense se han disparado. En junio de este año ascendieron a 28.000 millones de dólares, el triple que en el mismo periodo del 2024, según datos oficiales del Tesoro estadounidense. Una de las preguntas que quedan para responder es si el nuevo orden presupuestario será adicto a esos ingresos para rebajar la deuda. También si los compromisos alcanzados con la Unión Europea llegarán a buen puerto y si los consumidores estadounidenses asumirán el incremento de precios que predicen los economistas. Los expertos coinciden. De permanecer en el tiempo, los aranceles podrían implicar un cambio de época definitivo en el sistema económico internacional. El orden multilateral que ha reinado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se tambalea una vez más. Ahora, en la Casa Blanca, se hacen negocios país a país.
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  • 'El corazón se te estruja': el fotógrafo que colocó a Gaza devastada en la portada del NYT
    Fue la imagen de portada del New York Times el 4 de agosto pasado, una imagen aérea de la Franja de Gaza en la que no se ve nada más que escombros. Esta foto de desolación la tomó el fotoperiodista español Diego Ibarra Sánchez desde un avión que lanzaba víveres sobre el enclave palestino. RFI: Diego Ibarra Sánchez, usted trabaja en el Líbano. ¿Cómo surgió la oportunidad de fotografiar Gaza por los aires desde un avión del ejército jordano encargado de arrojar suministros humanitarios? Diego Ibarra Sánchez: Vino a través del New York Times. Colaboro con ellos desde 2012, desde que vivía en Pakistán, y mis editoras me llamaron para ver si podía saltar desde Jordania. No era la primera vez que hacía esta misión. Ya la hice el año pasado. Tuve que organizar el viaje, alquilar una óptica larga para poder sacar las fotografías. Me fui directo para Jordania porque al día siguiente tenía la misión a las 10:00 de la mañana. Lo importante de la misión era mostrar que, después de que se hubiera paralizado este tipo de ayudas, volvían otra vez a partir del 27 de julio. La intención de retomarlas era a raíz de estas fotografías de hambruna que habían mostrado las condiciones infrahumanas. De repente se volvieron a activar estas ayudas humanitarias a cuentagotas.  Incluso el ejército jordano decía que esos envíos no son muy viables en términos de proveer con ayuda humanitaria. Realmente lo único que es efectivo son las rutas terrestres. Éstas están casi cortadas y no se permiten. RFI: Es una de las pocas soluciones humanitarias que autoriza Israel. ¿Cómo ocurren estos vuelos de descargue?¿Sabía, por ejemplo, a dónde iban a parar esos paquetes?  Diego Ibarra Sánchez: Exactamente no se sabe muy bien. La misión consiste en estar varias horas en la base, esperar a que se termine de cargar la carga de ítems básicos de comida, como arroz o aceites. Una vez que estás en el vuelo cuesta como unas dos horas ida y vuelta. El gran reto es que en un minuto se abre la compuerta y se distribuye esta ayuda que cae en una especie de descampado. Durante uno minuto somos capaces de poder mostrar lo que está pasando. Nos dijeron las fuentes del ejército jordano que fue en el sur de Gaza, pero no pudieron especificar en qué barrios caía.  Yo apenas sentí que estaba volando por Gaza, tenía la frustración de de no poder estar ahí. Es una acción muy, muy limitada, muy corta y la verdad es que sigue habiendo un bloqueo de periodistas extranjeros que nos impiden cubrir Gaza. Esta misión recae en los fotógrafos palestinos. Al día de hoy ha habido casi 200 muertos. A nosotros nos han dejado un minuto exacto para intentar arañar esas pequeñas pinceladas de esta realidad tan sangrante. RFI: La imagen que usted llevó a la portada del New York Times durante ese minuto. Es una vista panorámica de la devastación a gran escala. ¿Al abrirse esa compuerta, se imaginaba usted semejante paisaje?  Diego Ibarra Sánchez:  No, me lo esperaba y mira que había visto imágenes satelitales. Había visto el trabajo de otros compañeros sobre el terreno, compañeros palestinos. Pero no me imaginaba ver el nivel de destrucción que iban a captar mi cámaras. Para mí fue un momento, donde el corazón se te se te estruja como un puño. Durante años me he especializado en documentar cómo afecta la guerra a la población civil, a los más indefensos. En ningún momento esperaba esta sensación, este sentimiento. Es la punta del iceberg. Tienes un minuto para centrarte, enfocar e intentar sacar la mejor imagen que despierte conciencias y que lleve al espectador a hacerse preguntas acerca de lo que está viendo. Al final ese es nuestro objetivo: no dar respuestas estereotipadas, sino hacer preguntas.  La imagen que pude intentar rescatar muestra un vecindario completamente aplanado, destrozado, desolado. Llevo ya más de 10 años trabajando en zonas conflictivas. He visto barrios desolados, sin agua, sin luz, vacíos, abandonados. Pero aquí son kilómetros de destrucción, donde no quedan un pequeño atisbo para esperanza. Te das cuenta del impacto real de una guerra sobre una población civil. RFI: El reportaje inicialmente era documentar el lanzamiento de los paquetes de suministros. ¿En qué momento se decide que editorialmente las fotos de la devastación son la noticia? Diego Ibarra Sánchez: Desde el primer momento. Datos avalados por expertos demuestran que la única forma viable de entregar ayuda humanitaria es a través de vía terrestre a través de camiones. Por el tema de logística, de combustible, de gasto: es lo único que funciona. Entonces, desde el primer momento la idea era intentar conseguir una imagen que mostrase esa deflagración, las consecuencias de la guerra sobre la población civil. Porque ahí estás mostrando la destrucción, no estás mostrando otra cosa, no estás posicionándote.RFI: Se han reportado numerosos casos de gazatíes que han fallecido o han resultado heridos al intentar recuperar esos envíos aéreos. ¿Usted pudo presenciar lo que ocurría cuando esos paracaídas de víveres tocaban el suelo? Diego Ibarra Sánchez: No, la acción es de un minuto, no tienes margen para para pensar y no da tiempo para ver que la ayuda llegue al suelo. Han habido muchas críticas respecto a que han muerto personas intentándolo recoger. También esa ayuda se vende al mejor postor, se hace uso y abuso de ella. Pero nosotros como informadores, tomamos ese minuto que te dan. Me di cuenta que había personas esperando debajo de unas palmeras, en la carretera o en el descampado, esperando para ir a buscarla, refugiándose en las palmeras porque hace mucho calor. Eso lo vi después, una vez que lo hice en el ordenador, editando las imágenes. Leer tambiénInformar desde Gaza: misión imposible RFI: Como periodista de imágenes, ¿qué relato, qué visión de esta guerra se está proyectando cuando, como usted lo decía, hay un bloqueo de la prensa internacional e independiente en Gaza y solo se puede contar con las imágenes de periodistas atrapados en el enclave o con fotos aéreas como la suya? Diego Ibarra Sánchez: El trabajo de un informador es contar. Es crear memoria a través de las imágenes e intentar documentar la realidad desde un punto de vista personal, porque la fotografía es personal. Tenemos que intentar que hacer historias en profundidad, respetando a los protagonistas para despertar preguntas. Cuanto más cercano y más hemos profundizado la historia, más vamos a lograr que el espectador se plantee lo que está consumiendo. Estamos en un momento en el que nuevas tecnologías, redes sociales, canales, influencers, youtubers y flujo de información no nos dan tiempo de pensar, ni siquiera en la primera imagen que hemos consumido. La fotografía se convierte en esa pequeña ventana personal en la que se traslada al espectador de una forma más pausada, donde se da tiempo un poco para que piense, para que reflexione.
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  • Informar desde Gaza: misión imposible
    Informar desde Gaza se ha convertido en una misión imposible, en una guerra que en octubre cumplirá dos años. Radio Francia Internacional da voz a los periodistas que, en medio de los bombardeos, siguieron reportando en el corazón del conflicto, arriesgando su vida a diario. Algunos han logrado salir, otros permanecen en el enclave, donde han fallecido 229 reporteros, según el Sindicato de Periodistas Palestinos. Rami Al Meghari es periodista gazatí. En los últimos 22 meses, ha tenido que desplazarse varias veces a distintos campos de refugiados. A diario comunica con el equipo de RFI en Jerusalén para proponer audios que recoge trasladándose por todo el enclave, a menudo a lugares que acaban de ser bombardeados.   Los testimonios que graba son historias valiosas, sin las cuales nuestro medio no puede informar sobre los efectos de la guerra.  Como todos los gazatíes, Rami Al Meghari vive bajo las bombas y hace unos meses estuvo en medio de un tiroteo. Cuenta que se sobrevivió de milagro. Ahora, como está ocurriendo en toda Gaza, el hambre está acechando a su familia.   “Veo gente desmayarse en la calle”, asegura. Él mismo, aún con el salario de medios europeos, no alcanza a vivir con los precios de los alimentos: “el kilo de harina llega a los 45 dólares”.  En un mensaje de audio, en el que se escucha la omnipresencia de los drones sobre el enclave, recalca que está “determinado” a sacar a su familia de Gaza, para que sus hijos “puedan vivir mejor vida”. “Nada en el terreno indica que puedan tener un futuro aquí”, agrega. RFI ha acudido a la cancillería francesa para solicitar su evacuación. “Nuestros colaboradores pueden morir. Queremos que Rami pueda venir a Francia. Para eso necesitamos el acuerdo de Francia, de Israel y de Francia. Es muy difícil", declara el director de la cadena, Jean-Marc Four. El camino para hacerlo es por vía diplomática. Así fue como Kayed Hammad logró ser extraído a finales de junio. De Gaza a Málaga Hammad trabajaba para muchos medios en español, incluido RFI. Su exfiltración la facilitó la cancillería española y travesía lo llevó hasta Málaga, una operación que se mantuvo secreta hasta el último momento.  El cónsul español coordinó con las autoridades israelíes que solo autorizan el paso por el puesto fronterizo de Kerem Shalom, en el sur del enclave, los días miércoles. Hammad y su familia aguardaron en la ciudad de Deir Al Balah y a las 4 de la madrugada del 25 de junio se dirigieron a la frontera.   “Cruzamos 25 kilómetros en cuatro horas, en vez de media hora, porque lo único que había en el camino eran escombros y tanques”, cuenta a RFI.  Del lado israelí lo recibió el cónsul, “con comida que no habíamos visto desde hacía dos años”. Un bus con evacuados de otras nacionalidades partió hacia la frontera con Jordania, escoltado por el ejército de Israel. Tras tres días en Amman, la familia Hammad pudo volar hacia Málaga.   Un mes después, este jueves 24 de julio, nuevamente varios medios internacionales publicaron un comunicado reclamando, como lo ha hecho RFI, que se abra el acceso a la prensa extranjera y que se le permita a los colaboradores y trabajadores ejercer su trabajo en Gaza de forma segura.   Entre los medios firmantes está la Agencia France-Presse. “Hace un año, los periodistas de plantilla de nuestro medio salieron de Gaza”, asegura Toni Cerdà, miembro de la Sociedad de Periodistas de la AFP. “Ahora los compañeros que quedan son los que vivían allá. Nos preocupa la realidad de su situación: viven en ruinas y hoy no tienen casi fuerzas para contarlo. Lo que nuestra agencia hace como fuente internacional de información verificada es mostrar lo factual. Y eso es muy importante en estos momentos en la era de la desinformación.”  Informar de forma independiente Actualmente nadie entra o sale de Gaza sin un permiso especial. Nuestro corresponsal en Jerusalén Sami Boukhelifa logró entrar una sola vez a la ciudad de Jabalia, en el norte de la franja, que está totalmente destruida. Lo hizo bajo estricta vigilancia del ejército israelí por unas horas, sin mucha posibilidad de moverse por sí solo o hablar libremente con la población.  De resto, lo que sale de Gaza es solo material enviado por periodistas palestinos. El canciller francés Jean-Noël Barrot por primera vez hace unos días exigió a Israel que autorice la entrada de la prensa extranjera.  Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha monitoreado el trabajo de la prensa en el enclave y realizado un historial del deterioro de las condiciones de trabajo allí. “Hay más de 200 periodistas que han muerto en Gaza, entre ellos al menos 46 asesinados en el ejercicio de sus funciones, identificados como un blanco por el ejército israelí. Israel además establece un blocus mediático para impedir que se cubra la guerra de manera independiente”, dice a RFI Elena García, vocera de RSF.   El trabajo periodístico también se ha vuelto más difícil en Cisjordania, el otro territorio palestino ocupado, donde la violencia se ha incrementado desde el 7 de octubre de 2023, con enfrentamientos entre población local, colonos israelíes y el ejército de Israel. Los equipos de RFI han presenciado ataques contra colegas y vehículos y tienen la consigna de extraerse tan pronto interviene el ejército israelí, que puede disparar incluso cuando están frente a individuos con chalecos de prensa. 
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  • Especial Cumbre de Niza: 'Estamos ante el peligro de perder especies que ni siquiera conocemos'
    En la Cumbre de la ONU sobre la salud de los océanos en la ciudad francesa de Niza (sur), líderes políticos, ambientalistas y científicos discutirán sobre desafíos como el calentamiento de las aguas, la pérdida de la biodiversidad, la sobrepesca, la acidificación de las aguas y la contaminación plástica, entre otros. Programa Especial de RFI en Niza con Raphaël Moran, periodista de RFI.  La Tercera Cumbre de la ONU sobre los Océanos abrió sus puertas este lunes en el puerto francés de Niza. Más de cincuenta líderes del mundo están reunidos por invitación de Francia y Costa Rica para tomar acciones concretas en materia de protección de los océanos, un espacio fuertemente degradado por las actividades humanas.Según datos de los científicos reunidos en vísperas de la cumbre, el 10% de las especies marinas están en vía de extinción, la sobrepesca amenaza el 37% de las poblaciones de peces y los mares se calientan bajo el efecto del exceso de CO2, poniendo en peligro numerosas especies como los corales.Escuche el programa especial de RFI en la cumbre de los océanos de Niza, con Randall Arauz, ambientalista costarricense, Premio Goldman 2010 y Sergio Cambronero, científico del laboratorio oceanográfico de Villefranche sur Mer, especialista en observación del océano.La cumbre arrancó el 9 de junio y durará cinco días bajo la égida de Naciones Unidas. El presidente francés Emmanuel Macron hizo un llamado a que más países ratifiquen el Tratado de Alta Mar.Para entrar en vigor, al menos de 60 naciones tienen que ratificar este acuerdo clave, firmado en 2023, cuyo propósito es crear áreas marinas protegidas en las aguas internacionales. Por ejemplo, la creación de áreas marinas protegidas es  clave para evitar la extinción de especies amenazadas, según los ambientalistas.El especialista en protección marina Randall Arauz aboga por ejemplo por la creación de un corredor protegido entre la costa pacífica de Costa Rica y las islas Galápagos de Ecuador, para proteger ciertas especies de tiburones amenazadas:Otro desafío que mencionó el presidente Macron en la apertura de la cumbre de los océanos en Niza esta mañana fue la protección de los fondos marinos a 1000, 2000 o 3000 metros de profundidad, espacios remotos pero que despiertan los apetitos del sector minero interesado en extraer grandes cantidades de metales como níquel, cobalto y manganeso, indispensables para fabricar las baterías de autos eléctricos.La comunidad internacional lleva más de 10 años buscando un consenso sobre si se debe autorizar o no la minería submarina en grandes profundidades oceánicas en aguas internacionales, una actividad que no cuenta con ningún marco legal de momento.Una coalición de más de 30 países entre los cuales están varias naciones europeas y latinoamericanas piden una moratoria sobre la minería oceánica, pero Donald Trump dio luz verde a esta actividad, sin esperar la conclusión de las negociaciones multilaterales.Desde IPOS, la plataforma internacional para la sostenibilidad de los océanos, el científico Sergio Cambronero, investigador doctorante en el centro oceanográfico de Villefranche-sur-mer en Francia, advierte sobre los peligros de dicha actividad para la biodiversidad marina."En el fondo del mar hay una gran biodiversidad que no se conoce. Se estima que solamente el 10% de la biodiversidad del océano profundo se ha descrito. El problema con esta posible industria de la minería de los fondos marinos es el impacto extractivista, con sedimentos, ruidos y luz que podrían generar esas máquinas", advierte Cambronero."Estamos ante el peligro de perder especies que ni siquiera conocemos y que tienen por si solas el derecho de vivir en un océano sano, y que podrían representar avances para la ciencia y la medicina", apunta el científico, citando el ejemplo de las pruebas de PCR del Covid que se concibieron gracias a una bacteria que se descubrió en el océano profundo.
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